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A un panal de rica miel


Por Álex Solar
 
 
En el último tiempo, las abejas parecen haber enloquecido en esta región del Levante español donde vivo, donde los incidentes protagonizados por estos insectos se multiplican. En Elche, un enjambre se alojó en la terraza de una vecina que había tendido la ropa. La reina y sus súbitos encontraron alojamiento en la bragueta de unos vaqueros, desde donde los bomberos tuvieron que desalojarlas pacientemente mediante un cuidadoso procedimiento y vestidos con la indumentaria adecuada para no ser víctimas de sus aguijones. Los servicios municipales de la ciudad no descansan luchando contra esta invasión que se deja ver ya en el centro y radio urbano de Alicante capital, picando a los ciudadanos en centros comerciales y parques. En alguna localidad, los insectos han provocado el terror de los asistentes a una procesión de Semana Santa, y los bomberos han tenido que llegar al rescate en varios vehículos.
 

La semana pasada, a un familiar mío,  la Administración de la  finca de su propiedad aquí, le avisó de la presencia de un panal de abejas en la fachada, precisamente en la entrada del equipo de aire acondicionado de su piso. Hubo que movilizarse rápidamente y siguiendo los consejos de los administradores contratar a un apicultor que se hiciera cargo del problema. Esta vez ni los bomberos ni la policía eran los idóneos para tan ardua faena. Normalmente, ellos actúan (pasando factura) en las fachadas o lugares de acceso público y al estar ubicado el lugar en un sitio residencial privado, no actuaban.
 

El apicultor resultó ser un policía jubilado, que según dijo, tenía amplia experiencia en estas lides, aparte de las de su profesión, donde obtuvo una Medalla de Plata. Llegó provisto de un traje que lo asemejaba a los protagonistas de una conocida película. Durante la faena, que realizó con total tranquilidad y asomando la mitad de su voluminoso cuerpo por el balcón para alcanzar el orificio de entrada, José Pelegrín, contó muchas anécdotas, algunas de ellas sabrosas como la de una pareja que se vio sorprendida en plena euforia sexual por los insectos que habían escogido su “picadero” para instalarse.
 

La operación Abeja Maya acabó rápido aunque el apicultor advirtió que los insidiosos bichos podrían intentar escapar de su prisión, probablemente situada en  el falso techo de la vivienda, a través de luces o de algún otro lugar insospechado. La única solución, en este caso, había sido taponar con silicona la entrada que ellas habían aprovechado, debido al descuido del instalador del aire acondicionado.
 

No se sabe a ciencia cierta que está provocando este éxodo de las abejas y algunos se movilizan para salvarlas como especie, ya que afirman que se encuentran en peligro por el uso de sustancias tóxicas como pesticidas. Se sabe que en España hay 25 mil apicultores, de los cuales un 20 por ciento son profesionales. Somos un país productor puntero, el más alto de la UE y el número doce mundial. Las abejas son una gran  riqueza, su miel es oro y por lo que se ve, las consecuencias de su éxodo podrían ser funestas. Sin considerar el coste del rescate de una invasión, que puede llegar a ser  considerable…
 
 

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