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Aprender haciendo

 

Por Usoa Ibarra

 

En la especie humana, el aprendizaje es el principal instrumento de desarrollo. Y el objetivo de ese aprendizaje es adaptarnos correctamente al entorno y a las distintas situaciones que nos toca vivir. Por eso, en ocasiones, una persona inteligente no es la que tiene más conocimientos en una materia, sino la que sabe sacar más provecho de sus habilidades para afrontar las situaciones vitales de una forma eficaz. En las escuelas, cada vez con más acierto, se tiene en cuenta que no todos aprendemos lo mismo de las mismas situaciones, ni utilizamos lo aprendido de la misma manera. Es decir, no todos somos iguales a la hora de aprender o de razonar. Ni tampoco las motivaciones o expectativas de aprendizaje son las mismas. Puede haber niños que aprenden mecánicamente, en muchos casos por imitación o por entrenamiento, y otros que muestran una dificultad para memorizar, pero tienen una habilidad de observación, persuasión y liderazgo que les hace desarrollar conductas inteligentes.

 

Por eso, es importante que se les ofrezca variedad en las situaciones de aprendizaje para que comprueben sus habilidades y hagan ajustes en la prueba y el error. La práctica mejora el aprendizaje y por eso hay que saber dar tiempo suficiente al niño para que logre sus objetivos. En otras palabras, es más fácil aprender un baile nuevo si ya dominas alguno.

 

Actualmente, se habla de la importancia de que los docentes o los padres ejerzan el papel de guías, pero ante todo, se les pide que sean el modelo de comportamiento que queremos fomentar en el niño. Por eso resulta contradictorio que le pidamos a gritos a un niño que guarde silencio o que coma fruta si nosotros no lo hacemos nunca.

 

Un niño entiende y asimila mejor cuando lo que se le enseña tiene que ver con lo que le emociona, es decir, con lo que tiene que ver con su mundo. Enseñarles conceptos matemáticos de clasificar, distribuir y ordenar haciendo unas galletas les será más motivador que hacerlo con una ficha de números y colores. Desde luego que aprendemos de forma distinta cuando nos sentamos pasivamente en un pupitre que cuando tomamos un papel activo y construimos nuestro conocimiento.

 

 

Al igual que hay muchos músicos talentosos que no saben leer música, porque no han pasado por un conservatorio o carpinteros que aplican conceptos matemáticos en el diseño de un mueble sin que sepan explicarlos eruditamente, hay muchos niños que pueden sorprendernos con sus “habilidades innatas”, construyendo por ejemplo una ciudad de bloques sin que conozca las leyes de la arquitectura. El papel de la escuela está cada día más encaminado a ser un laboratorio para hacer cosas, porque como decía el artista inglés Grayson Perry: “Las ideas aparecen sobre la marcha, mientras estoy trabajando con los materiales”.

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