PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Cargo público, “carga pública”

Por Antonio Coll

 

No se alarmen, sobre todo la clase política. Solo me voy a referir a una sugerencia que una lingüista remitió a la nueva directiva de la Asociación de la Prensa de Lanzarote y Fuerteventura, que preside Tero Brito. En la citada carta, la profesora hace hincapié en los participios activos, como derivado de los tiempos verbales, así como otras sugerencias para evitar el mal uso de la lengua española y las reglas gramaticales,  por motivos ideológicos o por ignorancia. Tal vez por ambas circunstancias.  Simplificando,  la exposición de la lingüista, para mejor compresión,  me voy a referir al participio activo del verbo  SER.  Según las normas, es “ente”, que significa “el que tiene identidad”, es decir: “el que es”. Por ello, dice textualmente la profesora, que cuando queremos nombrar a una persona que denota la capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a éste la terminación “ente”. Ejemplos: Al que preside, se le llama “presidente” y nunca “presidenta”, independientemente del género (masculino o femenino)  del que realiza la acción.  De igual forma, se dice “estudiante” no “estudianta”.  Se dice “paciente” no  “pacienta”; “residente”  no “residenta”; “dirigente” no “dirigenta”… Otro ejemplo es cuando una mujer dirige un país, hay que denominarla “la gobernante”,  nunca  la gobernanta  que se refiere a la mujer que tiene a su cargo el personal de servicio.

 

Dice la Real Academia de la Lengua (RAE) que,  en los últimos tiempos,  por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita,  en estos casos,  la alusión a ambos sexos: «Decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros (y compañeras). Otro ejemplo de la RAE, se refiere cuando la forma masculina acaba en “o”,  puede ser sustituida al femenino con la vocal “a”: bombero/bombera, médico/médica, ministro/ministra, ginecólogo/ginecóloga. Hay excepciones, como piloto, modelo o testigo,  que funcionan como comunes: el/la piloto,  el/la modelo,  el/la testigo, apunta la RAE.

 

Y volviendo a la carta de la lingüista,  dice que lamenta “haber aguado la fiesta” a un grupo de hombres que se había asociado en defensa del género y que había firmado un “manifiesto”.  Expresa  que la ignorancia les  ha llevado  a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores)”. Irónicamente termina su escrito, diciendo: “Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto,  el turisto,  el contratisto,  el paisajisto,  el taxisto,  el artisto, el periodisto,  el telefonisto, el masajisto…”

 

También, en los últimos tiempos, con la aparición de Internet se está empleando  la arroba @, para designar a los dos sexos. Concluye la Real Academia  que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo. La gramática como las matemáticas tiene sus reglas y no puede introducirse en el ámbito de la interpretación, por mero sentido ideológico. Sería conveniente que la clase política (y también periodística),  reflexionara sobre el buen uso del idioma español para evitar la decadencia de una lengua tan rica que emplean más de 600 millones de habitantes.  

 

Porque no es lo mismo tener “un cargo público”  y denominar,  cuando se trata de una fémina, “una carga pública”

 

Y con esta entrega,  muy escueta,  solo he pretendido exponer algunos ejemplos, ya que sería interminable profundizar más sobre la cuestión tratada,  en un artículo de opinión,  muy limitado en espacio.  Y tampoco quiero ser una “carga pública”  en cuestiones lingüísticas que la clase política y otras, han suscitado con la creación de soluciones artificiosas que,  como dicen  altas autoridades lingüísticas, contravienen las normas de la gramática. Y, además,  es una pesadez,  por ejemplo,  decir “las y los ciudadanos”,  muy en  boca de los políticos.  Es una engorrosa repetición, una innecesaria forma  de hacer siempre explicita la alusión a los dos sexos.  Solo es una cuestión de votos, aunque se conviertan en “payasos” para aparentar un “progresismo”,  artificialmente modernista.  Retórica electoral.

Comentarios (9)