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Demografías

 

Por Francisco Pomares 

 

Canarias perdió el pasado curso un uno por ciento de sus estudiantes de enseñanza obligatoria. Es un dato significativo, que convierte al Archipiélago en una de las regiones españolas donde más ha caído la escolarización. Y parece curioso, porque Canarias es -al mismo tiempo- una de las regiones españolas donde más ha crecido la población en los últimos años. Ese crecimiento ha dado lugar incluso, a un debate absurdo sobre la pujanza demográfica de Tenerife.

 

En efecto, en los últimos quince años, la población de Tenerife ha crecido en más de 200.000 habitantes. Mientras la de Gran Canaria, que partía con más población, ha crecido 'sólo' 110.000. Un 30 por ciento Tenerife y un 13 por ciento Gran Canaria. Pero se trata de datos engañosos, porque lo que realmente ha ocurrido es que el crecimiento poblacional de la provincia de Tenerife se ha concentrado en su isla capitalina, mientras que el de la provincia de Las Palmas se ha repartido de manera mucho más equilibrada entre las tres islas orientales. En quince años, Fuerteventura ha pasado a tener casi el doble de población, y Lanzarote un cincuenta por ciento más. La provincia de Las Palmas contaba con poco más de 80.000 habitantes más que la de Santa Cruz de Tenerife hace quince años, a principios de este siglo. Y ahora cuenta con poco menos de 77.000 más, casi lo mismo. La diferencia entre ambas provincias se ha reducido, pero lo realmente destacable es que Lanzarote y Fuerteventura han evolucionado a un ritmo importantísimo muy por encima de Gran Canaria, mientras La Palma, La Gomera y El Hierro lo han hecho a un ritmo muy inferior al de Tenerife. Dicho de otra manera, hoy hay cuatro islas con una demografía y una economía solvente, capaz de atender a su población, y tres de ellas están en la provincia de Las Palmas. Quizá por eso resulta más difícil entender en Gran Canaria que las islas menores requieren de una atención mayor, e incluso de una representación política 'inflada'. Porque en la provincia de Las Palmas, hablar hoy de islas menores -con Lanzarote con su propia Cámara de Comercio, y reivindicando autonomía portuaria- resulta una entelequia.



Por otra parte, en todas las islas donde se ha producido un aumento importante de la población, el principal factor de ese aumento ha sido la llegada de foráneos que acuden a las Islas con la intención de trabajar. No se trata sólo de nacionales o extranjeros comunitarios: latinoamericanos -casi 160.000, 50.000 de ellos venezolanos, 35.000 cubanos, 25.000 colombianos, 17.000 argentinos- marroquís -22.000-, y últimamente los chinos -9.000- que constituyen hoy uno de los grupos más potentes en el comercio y la importación y con creciente influencia económica en el sector turístico.

 

A día de hoy, según el informe estratégico de la Caixabank, de acuerdo con el padrón municipal de 2017, casi una cuarta parte de los residentes canarios no nacieron en las Islas. Son en total más de 431.000 personas, de las que 177.000 son de origen peninsular, frente a los 62.000 canarios que viven hoy en la Península.

 

Un dato que explica esa disminución de la escolarización citada más arriba, es que de esas 431.000 personas, alrededor del 90 por ciento tiene más de 16 años. Y pocos son ancianos, de tal forma que el porcentaje de los que trabajan, cotizan a la seguridad social y pagan sus impuestos, es con mucho superior al de la media canaria. Dicho en términos prácticos, aportan más. Trabajan más. Cotizan más.



Son canarios de tez más blanca, o más negra, ojos rasgados, labia argentina? y con los mismos derechos que el resto de los canarios. Dispuestos a exigir esos derechos y hacerse valer. Porque muchísimos tienen ya nacionalidad y pasaporte español y su nivel de compromiso y participación política es alto, como saben ya tantos alcaldes de las Islas.

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