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Denominación de Origen Protegida para la agricultura insular

Por Antonio Coll

 

 

En nuestra anterior entrega lanzaba el mensaje de apostar por una agricultura ecológica y saludable y hacía referencia a varios estudios elaborados por la Fundación General de la Universidad de La Laguna y el perito agrícola lanzaroteño, Leandro Caraballo, con advertencias sobre el uso de las aguas regeneradas para la agricultura de la isla de Lanzarote, con el objetivo de exigir más calidad para los cultivos e impedir convertir nuestro suelo cultivable en suelo improductivo a medio y largo plazo, por las evidencias detectadas de que los recursos hídricos para la agricultura, en muchas zonas de la isla, no existía un seguimiento estricto de la depuración de las citadas aguas regeneradas que, como explicaba, procede de aguas residuales urbanas. El artículo obtuvo muy buena audiencia, según datos estadísticos de Google, circunstancia de la que me alegro porque significa que hay mucha sensibilidad sobre el sector primario en la población de la isla y personas que viven en otras zonas geográficas.

 

En el actual mundo globalizado y con un mercado internacional muy competitivo, es bien sabido que la agricultura lanzaroteña no es rentable, ni lo será nunca, por razones obvias de los escasos recursos hídricos, pero ello no significa que no se cultive. En muchos países, el sector primario es subvencionado, con dinero público, por múltiples razones, entre ellas, la conservación paisajística, que en el caso concreto de Lanzarote, tiene un alto valor cultural y patrimonial, al tratarse de una isla declarada Reserva de la Biosfera y, recientemente, catalogada como GeoParque por la UNESCO. Ello contribuye a convertir nuestro espacio agrícola, como atracción turística y ello significa un plus para la economía insular. Otra historia es conseguir que los beneficios del sector turístico tengan más repercusión económica para todas las familias residentes y para las propias pymes, radicadas en Lanzarote.

 

Para mantener el sector primario, para mantener el paisaje singular de Lanzarote, se hace imprescindible la ayuda pública. Para ello habría que apostar por implementar el sistema Denominación de Origen Protegida (DOP) e Indicaciones Geográfica Protegida (IGP) para los productos agroalimentarios de la isla. El objetivo de estas denominaciones implica el compromiso de mantener una alta calidad de los productos cultivados y, por supuesto, mantener, lo máximo posible, la agricultura tradicional, con las materias primas de siempre. Lanzarote cuenta con la Denominación de Origen “Lanzarote” para el sector vitivinícola, para ello existe el Consejo Regulador. Este título fue aprobado por un Consejo de Ministros del Gobierno de Adolfo Suárez. Pero lo que ahora propongo, es la implantación de D.O.P. para todo el sector primario. Al menos, para las producciones más tradicionales que cumpliendo con las reglas establecidas, podrán exhibir el distintivo citado, para todos los productos producidos, transformados o elaborados. Una buena parte de nuestros productos agrícolas, afortunadamente, están muy bien valorados, por su alta calidad ecológica. Son saludables y, además, tienen un sabor autentico que los diferencia de otros productos exteriores de gran escala o transgénicos.

 

Es de esperar que las autoridades insulares se impliquen e inicien los trámites oportunos para que los productos agroalimentarios de Lanzarote obtengan el distintivo D.O.P. por los múltiples beneficios que ofrece dicha calificación. Proteger a nuestros agricultores y productores es proteger la marca Lanzarote.

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