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Desafío político, estrategia ambigua


Por Antonio Coll


Cuando escribo esta entrega y al margen de las configuraciones que se formen en el Cabildo de Lanzarote y Ayuntamiento de Arrecife, me preocupa mucho de pensar que nos enfrentamos a una legislatura inestable y llena de incertidumbre. Los últimos avatares políticos vienen a confirmar que la isla de Lanzarote y determinadas administraciones, Cabildo de Lanzarote y Ayuntamiento de Arrecife, se encuentran pendientes de conformar grupos de gobiernos mayoritarios y aprobar definitivamente los proyectos prioritarios que tanto urge a la isla.

 

Según muchos analistas y comentarios públicos, todavía no se sabe bien la estrategia de la cúpula del PSOE de retirar sus consejeros del Cabildo y romper el pacto con CC-PIL. Es posible que influencias exteriores hayan dibujado una estrategia sin contar con la “artillería” necesaria para haber conseguido sus objetivos. Está claro que desde el principio de legislatura esos grupos de presión no querían de presidente a Pedro San Ginés, porque sabían perfectamente que el político nacionalista jamás entraría en su juego, por otro lado, con muchos tintes mercantilistas y de venganzas. El panorama es que los intereses generales de la isla poco importaban y solo había el objetivo de desbancar a San Ginés. La ida y vuelta de los consejeros socialistas en el grupo de gobierno, en la presente legislatura, se ha percibido como una estrategia ambigua y poco seria. Los argumentos estaban enmascarados porque los que han ofrecido tienen poca veracidad y nadie, con un poco de sentido común, se los creen al no tener consistencia sólida para romper un pacto. El plan concreto de la verdadera acción ha sido fallido por dos veces y esta tercera está de nuevo colapsada y con visos de no progresar, a la vista de las negociaciones de los partidos políticos para conformar nuevos grupos de gobierno en la primera institución y Ayuntamiento de Arrecife.

 

Es obvio que la situación actual política, en las dos primeras instituciones de Lanzarote, solo sirve para perder el tiempo y no favorecer el avance de los compromisos y proyectos que se esperaba en esta legislatura. No ayuda a la economía de la isla. No ayuda al bien común ni a la creación de puestos de trabajo.



Desde la hostilidad. Desde la beligerancia y desde relatos ambiguos y retóricos, no se construye nada. Se crean expectativas falsas a la sociedad lanzaroteña con objetivos invisibles. Se enquistan los proyectos para afrontar nuevas realidades y todo ¿para qué? ¿Tiene sentido jugar, en esta época, al gato y al ratón? ¿Cuánto tiempo estaremos en este callejón sin salida? ¿Por qué se tarda tanto en las negociaciones para firmar pactos sólidos y racionales?

 

Todo este panorama solo provoca la desconfianza en la gente y mira con indiferencia la gestión política. Y esta actitud siempre es una amenaza para que mucha gente acostumbrada a votar en las elecciones, opte por la abstención o quedarse en casa ya que se encuentra con la desagradable experiencia de percibir a la clase política de incapaz de cambiar nada.

 

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