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Dónde estabas entonces

Andrés Martinón

 

 

Navegaba por Facebook el otro día y me llegó un vídeo del grupo 'El último de la fila'. La canción era 'Insurreción' y, claro, no pude evitar la tentación de darle al botón de compartir. Al poco tiempo, no sé por qué, repasé mi historial o muro o como se llame y me di cuenta de que ya había compartido anteriormente esta canción hacía algunos meses. Al principio me dio vergüenza. Pensé: “Qué torpe soy”. Pero después me dije: “Bueno, es que la canción lo merece”.

 

Hoy estimado lector (me hace siempre ilusión escribir esta frase. Me hace sentir como un escritor importante) vamos a rebuscar en lo más profundo de nuestras mentes para encontrar cuál o cuáles son nuestras canciones favoritas y, yendo un poco más allá, donde las escuchamos por vez primera.

 

Empezaré yo, si no les importa la falta de educación. 'Insurrección' la escuché por primera vez en Madrid. Cursaba Primero de Periodismo, así que debemos estar hablando de 1992 o 1993. Y fue en casa de un compañero de facultad que se llamaba Fernando, que hizo una fiestecilla para un grupo de seis chicos y chicas de clase. No me acuerdo ni de su apellido ni ya casi de su físico. Antes estudiabas un año entero con gente y no te hacías ni una simple fotografía. Los móviles no habían llegado todavía, ni con sus ventajas ni con sus tiranías.

 

Fernando estudiaba Periodismo por una de las razones más extrañas que he visto en mi vida. De hecho, él ya era licenciado. Nada más y nada menos que en Medicina. Estudió toda su carrera en una biblioteca, pero en ese momento preparaba el MIR. Pasó que en esa biblioteca era requisito obligatorio estar matriculado en la universidad y él ya no lo estaba. Así que pensó, pues me apunto en una carrera y con el carnet ya puedo preparar el MIR en ese lugar de estudio. Con buen criterio se dijo, cuál es la carrera más fácil y a Periodismo se fue.

 

Como Fernando no iba a clases, nos pedía apuntes y en agradecimiento a nuestra deferencia organizó esa fiesta.

 

El piso de Fernando era el clásico piso de estudiantes, que compartía con su hermana. Lo que mejor definía un piso de estudiantes en los años 90 era el televisor cutre y antiguo que conseguías de tercera mano. El de Fernando era tan antiguo que los canales eran ocho botones; botones que se accionaban presionando con los dedos, pero con fuerza. De hecho, su mando a distancia era el palo de una fregona o una escoba que le permitía no tener que levantarse cuando entraba la publicidad.

 

La fiesta se fue animando. Nos servimos cubatas y creo que hasta sangría. Llegó el momento de bailar y su único equipo de música era un viejo tocadiscos que tenía en su propio cuarto; casi a modo de mesa de noche. Y fue cuando ahora recuerdo cómo seis personas, con él siete, nos pusimos a bailar la canción de Insurrección en su cuarto. Tal era el desparrame, que los cubatas y la sangría corrieron por el suelo, por la colcha de la cama, etc. Se parecía aquello a una película de Quentin Tarantino. Pero lo mejor era que Fernando, todo un licenciado en Medicina, era el primero que bailaba encima de su cama con el cubata en la mano y retando a la gente a que hiciera lo mismo.

 

Desde entonces, no he vuelto a saber de él. Supongo que será ahora un médico que superará escasamente los 50 años, pero sí me acuerdo cada vez que escucho 'Insurrección' que fue en aquel piso donde la oí por primera vez y que igual, si me vuelve a llegar por Facebook, la tendré que volver a compartir.

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