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El corte de pelo de Cristiano Ronaldo

Por Andrés Martinón

 

El otro día veía una entrevista televisiva a Jorge Valdano y me llamó la atención un comentario tras hacerle una pregunta un tanto comprometedora: ¿Quién tiene más talento, Messi o Ronaldo? Entiendo que es comprometedora para Valdano porque por un lado es argentino y debía no dudar al calificar como el más grande a su compatriota, pero por el otro lado, Valdano es un símbolo también del madridismo, por lo que debería haber alabado al portugués. Este ex jugador y ex entrenador de fútbol respondió con sutileza, como suele hacer. Dijo algo así como que Messi tenía menos mérito; que su mérito era debido a su padre y a su madre. Es decir, ya estaba diciendo que el argentino tenía más talento y era más grande, pero luego contestó que le parecía que tenía más mérito Ronaldo, porque había trabajado duramente para estar donde está; que su genética no era tan afortunada pero que sus valores de trabajo, constancia, esfuerzo y sacrificio bien valía la pena de ser considerado el mejor del mundo.


Valdano continuó y, es aquí a donde quiero ir a parar, asegurando que los niños y jóvenes de hoy en día deberían fijarse en estos valores y sin embargo, copian su corte de pelo, admiran su dinero y su riqueza y ansían la vida ostentosa rodeado de bellas mujeres y aviones privados. Pero lo que no hacen es llegar el primero a un entrenamiento e irse el último lanzando cientos de faltas o penaltis; admiran su cuerpo y sus abdominales pero no se preguntan que para conseguirlo destina horas a una tarea física, que para quien escribe este artículo, es un sufrimiento y, casi una pérdida de tiempo; no valoran que abandonó su casa con 15 años, dejando su idílica Madeira para vivir sin su familia en toda una capital como Lisboa. Ellos sólo copian su peinado. Así de triste.


A donde voy, detecto que a los más jóvenes les estamos permitiendo perder el norte; la dirección por donde deben transcurrir. Ya se ha acuñado el término Millenial a los jóvenes de esta época a los que se le ha dado de todo pero no se les ha preparado para una vida laboral dura con episodios que pueden ser feroces como la crisis que parece empezamos a dejar atrás.


Me comentaba un amigo que una chica joven, amiga suya, se había considerado explotada, por decirlo de una manera, por tener que hacer unas prácticas de seis horas diarias tras terminar un módulo o ciclo superior de comercio. Mi amigo, lo que me parece peor, le daba la razón y decía que las empresas se aprovechan. No sé si será así pero creo que a esa joven unas prácticas, que creo eran remuneradas y completamente reguladas, le debió servir para ver lo que le espera; para aprender algunas tareas; para conocer a compañeros y a jefes, para saber lo difícil que es la convivencia y el respeto en el trabajo; para ganarse un dinero y para quien sabe, tener una puerta abierta y poder optar a ese mismo puesto de trabajo algún día.


En definitiva, creo que hemos sobreprotegido a nuestros hijos. Les hemos educado y formado de forma más que correcta pero no los hemos inmunizado contra la crudeza de una sociedad que cambia por minutos. Hemos enseñado a tener y conocer nuestros derechos a la perfección pero, ¿conocen nuestros jóvenes sus obligaciones?

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