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El destino de Venezuela


Por Antonio Coll

 


Manuel Medina, Catedrático de Derecho Internacional y el que fuera vicepresidente de la Comisión Europea,  ofreció una conferencia, recientemente, en Arrecife, invitado por la Academia de Arquitectura, Ciencias y Humanidades de Lanzarote. El tema elegido fue sobre Venezuela y el destino del país latinoamericano, donde viven muchos canarios y españoles. Solo puedo resumir, muy brevemente, la excelente conferencia, muy documentada y con abundantes datos, sobre las dificultades con las que se enfrenta Venezuela, en la actualidad. Explica Manuel Medina que “Venezuela es uno de los países de la América Latina con mayores recursos naturales. Con una superficie de 916.000 km2, que es casi el doble de la de España, y una población de 32 millones, quince millones menos que la nuestra, su renta per cápita es de sólo  3.368 dólares anuales, frente a los 32.559 dólares con los que cuentan hoy los españoles”. Estos datos son muy significativos y pone de relieve como un país inmensamente rico y con grandes expectativas de desarrollo económico, sobre todo por las vastas reservas de petróleo, descubierta en el siglo XX,  ha retrocedido  el progreso económico y social.

 

Para Medina, el líder carismático Hugo  Chávez, desde que asumió la presidencia en 1999 centró su acción política en la corrección de los graves desequilibrios sociales existente en Venezuela mediante el ya tradicional recurso a la renta petrolera, sin preocuparse por la generación de nuevas actividades económicas. Sus medidas de política social acarrearon una pérdida de competitividad de las empresas venezolanas, en beneficio de los sectores importadores. También es cierto que el anterior presidente, Carlos Andrés Pérez, provocó,  por políticas económicas  erróneas, un gran descontento popular (el llamado “caracazo”)  porque sus medidas de contención del gasto social, amplificaron la “crisis” venezolana y abrió las puertas a políticas populistas, lanzadas por Chávez, que le valieron para ganar  las elecciones en 1999. El problema fue que Venezuela siguió dependiendo de la renta petrolera, sin diversificar la economía en otros sectores, y al final sucede lo que hoy está viviendo el pueblo venezolano, por no hablar también de la inmensa corrupción política existente, donde también está implicada parte de la cúpula militar. Habla Manuel Medina que desde 2013, la economía venezolana inició su decadencia a consecuencia de la caída del precio del barril de Brent cuya cotización se pasó a estar por debajo de los 35 dólares, cuando en el 2008 se cotizaba el barril a casi 150 dólares. Se acercaba la catástrofe para hacer frente a los gastos públicos. Cuenta el profesor  Medina que el sucesor de Chávez, el actual presidente, Nicolás Maduro   pagó las consecuencias de la reducción de  los ingresos resultantes de los recursos petroleros, que hoy no permiten atender a necesidades básicas, como la alimentación, la sanidad o incluso el suministro de energía en un país que sufre de graves desequilibrios,  en los niveles de renta a pesar de la puesta en marcha de ambiciosas políticas sociales. Pero en política económica, si no existe diversificación y solo se prima un sector, corre el riesgo de un estancamiento y se entra en una espiral con inmensas dificultades para salir del atolladero.

 

Ahora, cuenta Manuel Medina, que  la oposición al chavismo de Nicolás Maduro, que no había podido conformar,  hasta el año pasado,  un frente unido, ha encontrado en la figura de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional,  elegida directamente por el pueblo. Guaidó es un líder joven que ha demostrado cierta capacidad para aglutinar un amplio movimiento antichavista, entre la clase media-baja,  en el interior con el apoyo de la  mayor parte de los países democráticos de América y Europa. Aunque Maduro cuenta todavía con el apoyo verbal de los altos mandos militares, los analistas internacionales ponen en duda la permanencia a largo plazo de un régimen que se enfrenta  a un gran descontento interno y que está sometido a una fuerte presión internacional dirigida por  la primera  potencia mundial, los Estados Unidos. El régimen de Maduro ha conseguido aferrarse al poder con medidas represivas,  que van desde el control de los medios de comunicación,  hasta el encarcelamiento de líderes de la oposición y la iniciación de procedimientos judiciales contra ellos, como ha puesto de relieve el Informe Bachelet de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

 

Como bien es conocido, desde este mismo año 2019,  Venezuela viene siendo escenario de un conflicto interno de alta intensidad, con la multiplicación de manifestaciones públicas y de enfrentamientos que han causado decenas de víctimas en la población. Me dice, personalmente, Manuel Medina que “no se descarta la posibilidad de que  algún tipo de intervención exterior pudiera transformar el conflicto interno en una crisis internacional”. En el fondo, esto significa el interés de las superpotencias, sobre todo de los EE.UU, sobre todo porque Venezuela es un país de gran extensión territorial y la relevancia de su posición estratégica en el Caribe, además de su magnitud de sus reservas petroleras, la  han puesto en el punto de mira en el escenario global internacional. Por Ahora, los Estados Unidos, me dice Manuel Medina, ha optado por una estrategia de presión, con apoyos de países de la América Latina y de la Unión Europea. La cuestión que se plantea es el tiempo de aguante de una gran parte de su población por las nefastas consecuencias que tiene una situación de bloqueo en el pueblo venezolano, residentes y empresas. Si estas actuaciones, a corto plazo, permitiese sacar a Venezuela de su actual crisis e implantar un sistema auténticamente democrático, por supuesto, que sería bien recibido por todos sus habitantes.

 

La situación en Venezuela está, por ello, en manos de los Estados Unidos, que han optado por una estrategia de presión, con el apoyo de la mayor parte de los países de la América Latina y de la Unión Europea. La cuestión que se plantea es durante cuánto tiempo podrá mantenerse la actual situación de bloqueo hasta que se alcance un acuerdo que permita sacar a Venezuela de su actual crisis y reabrir la posibilidades de establecimiento de un sistema auténticamente democrático, con participación de todos los sectores de la población.

 

Para los canarios, Venezuela se le calificaba la “octava isla” por la cantidad de isleños que emigraron al país latinoamericano, en busca de una mejor vida, en una época de escasez y pobreza en las Islas Canarias. Por eso, deseamos los mejor para todos los que hoy viven en una Venezuela con muchas dificultades para ofrecer el mínimo de bienestar que todos los ciudadanos se merecen.  Agradezco al político socialista, Manuel Medina, el conocimiento que me ha ofrecido sobre la “octava isla” que comparte ahora con La Graciosa. Lo que he expuesto solo es una pequeña y modesta introducción de su magistral conferencia histórica y de actualidad.



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