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El estado embarazoso

Francisco Pomares

 

De todos los indicadores económicos importantes, el único con el que Ángel Víctor Torres puede sacar pecho en el debate del Estado de la cosa es el del empleo: en Canarias nos acercamos ya a los 940.000 ocupados, casi 140.000 más que el año anterior. Eso supone un incremento del 17 por ciento sobre el año anterior, y del 4,3 por ciento en relación a cómo estaba el patio cuando él se hizo cargo. El aumento del empleo ha significado también una reducción del paro, que hoy está en torno a los 220.000 desempleados, 20.000 menos que cuando él llegó. No es en absoluto un mal dato, aunque hay que situarlo en el contexto de una política de contrataciones masivas en el Gobierno y las administraciones públicas –médicos, enfermeros, profesores, evaluadores en servicios sociales- que suponen en el total de las administraciones canarias, alrededor de 60.000 empleos públicos más, empleos que se pagan con los impuestos de los ciudadanos, y engordan y encarecen la administración.

 

En cuanto al resto de los indicadores, las cosas no van bien. Produce bastante sorpresa que uno de los elementos que más contribuyen a crear riqueza –el empleo- no logre siquiera reducir los datos de pobreza en las islas: más de 630.000 personas en exclusión y 125.000 en pobreza grave, de las que sólo un porcentaje mínimo recibe prestaciones. El optimista Torres, en un gesto inusual en él, reconocía estos días ser consciente del impacto de estos dos años de coronavirus en la pobreza. Pero no son sólo el coronavirus y la tradición de injusticia en el reparto de la riqueza en las islas. El aumento de la pobreza es también resultado de políticas erradas en distintos niveles de la Administración. Decisiones equivocadas del Gobierno de la Nación en política económica, que han provocado que España sea el único gran país europeo cuya economía encadena otro año más de crisis. Sánchez aseguró que 2022 sería el ejercicio en el que se dejaría atrás la recesión, pero con la inflación desatada –alcanzó el interanual del 7 por ciento antes del comienzo de la guerra-, y el PIB incapaz de recuperase en 2021, la situación este año y el próximo –si la guerra deja Ucrania devastada- va a ser peliaguda…

 

El pasado jueves, el Panel de Funcas actualizó sus previsiones, que aseguran que el repunte en 2022 será aún menor que el de 2021, quedando entre el 4,6 y el 4,8 por ciento, un punto por debajo de lo previsto en el Panel anterior.

 

Y en Canarias las cosas van peor. El PIB per cápita regional de 2021 quedó por debajo del de 2019, alejándose además de la media nacional. Se trata de una tendencia que viene agravándose en los últimos años: el PIB español retrocede frente al de la Europa más rica, y el de Canarias retrocede frente al de España. El candidato de Torres a la presidencia de su consejo Económico, José Carlos Francisco, ha revelado en un libro reciente lo que él considera el “mayor problema” de la economía y la sociedad isleña, que es cómo nos apartamos año tras año de los indicadores de riqueza medios en Europa y España. En los últimos años del siglo pasado, la renta per cápita canaria estaba muy próxima a la media del país. Pero desde ese momento, la renta canaria se ha ido alejando de la media nacional, hasta situarse en 2019 en el 81 por ciento. En 2021, la tendencia se agrava. Nuestra economía pierde fuelle. El milagro económico de las islas, el que un pequeño territorio distante del centro y fragmentado, sea capaz de ofrecer un futuro a dos millones de habitantes, tiene que ver con la pujanza del turismo. Sin turismo, Canarias no podría sobrevivir. Y el problema es que las cifras del turismo se verán nuevamente afectadas, no ya por el Covid, sino por la guerra en Europa y sus secuelas.

 

A ver si va a ser verdad que a Torres le ha mirado un tuerto.

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