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  El Gobierno insular, en una olla explosiva

 

Por Antonio Coll

Mientras el Cabildo de Lanzarote vive en una de sus mejores épocas doradas, en referencia a fondos millonarios,  para múltiples planes de infraestructuras  y obras prioritarias,  contrariamente,  el grupo de gobierno minoritario, compuesto por CC-PIL-Dr. Sosa, se ve amenazado por una oposición mayoritaria que,  desde hace algún tiempo,  mantiene una “olla a presión”,  con fuego  muy alto,  esperando  a que la temperatura sea suficiente para la correspondiente explosión.  La inexplicable y no suficientemente justificada salida de los cinco consejeros socialistas del grupo de gobierno del Cabildo de Lanzarote, que preside el nacionalista Pedro San Ginés,  está creando mucha inestabilidad para el buen funcionamiento y buena gestión del gobierno cabildicio. 

 

Desde entonces,  los plenos se han convertido en debates beligerantes y sin contenidos importantes para avanzar y plasmar muchos proyectos prioritarios.  Se banaliza la realidad  y los plenos se presentan con muchas dosis de morbo y,  sin lugar a dudas,  de espectacularización.  Una buena parte de la opinión pública,  bien pensante,  no entiende  la irresponsabilidad del PSOE  y su alejamiento de proyectos que sus propios consejeros estaban de acuerdo,  cuando se encontraban en el grupo de gobierno.  También,  llama la atención la postura de los tres consejeros del PP que le siguen el juego a los  socialistas y contrarios a favorecer la aprobación de iniciativas primordiales para materializar múltiples proyectos que corren el peligro  de no aprobarse,  perder los fondos asignados por parte del FEDCAN  y otras partidas autonómicas. Una rápida mirada,  se entiende que desde ésta óptica que tiene la Oposición,  poco o nada se puede hacer y compromete el devenir de la isla.  Conformar una mayoría estable en el grupo de gobierno sería lo deseable pero una sucesión de piezas incontroladas o inexplicables,  solo permiten que el tiempo transcurra,  los conflictos continúen y la solución no aparezca por el bien de Lanzarote.

 

En este marco, que no es nada nuevo en esta isla, la gestión política se paraliza o no puede regirse con criterios reglados de gobernabilidad.  Y al final los intereses generales de la isla son pisoteados por unos políticos que fueron elegidos para solucionar problemas y no para poner piedras en el camino,  para no abordar cuestiones de máximo interés para todos los residentes en Lanzarote y La Graciosa.  Ya buena parte de la opinión pública empieza a cuestionar a determinadas formaciones políticas por su irresponsabilidad,  su desvinculación con la realidad de la isla y su falta de compromiso con su electorado que también se ve afectado porque el panorama que ofrece no es bueno para abordar el  desempleo y mejorar  la economía  empresarial  y familiar.  Porque  el bien común se conquista con una buena gestión y   gobernabilidad. Y por otro lado,  la actitud de la Oposición la percibo con dudosa rentabilidad electoral. PSOE, PP y Ciudadanos tienen que definirse y apartar el relato de intentar que los males procedan de la presidencia de Pedro San Ginés,  porque ya está manido y poco justificado, al entenderse que la espiral en la que se desenvuelven  tiene muchos tintes vengativos,  en similitud a otros entes y grupos muy conocidos que,  desde el principio de la legislatura,  abanderan una cruzada belicista contra San Ginés y determinados empresarios turísticos y de la industria vitivinícola lanzaroteña. En este aspecto, poco importa que se genere riqueza y,  por contrapartida,  se contribuya a la creación de empleo. La pobreza y la exclusión social no tiene relevancia para ellos,  solo buscan un gobierno insular que se rinda a sus intereses particulares, por eso buscan toda clase de combustibles para hacer estallar la “olla cabildícia” y que otros “actores”  afines a sus intereses,  gobiernen el Cabildo de Lanzarote.   Que parte del PSOE esté de acuerdo, es su problema,  pero que PP y Ciudadanos tengan tentativas de conformar pactos esperpénticos,  proyecta mucha indignación no solo a su electorado sino a una gran mayoría de habitantes de la isla.  Lanzarote no está para experimentos irracionales.  Y menos para formar un gobierno insular de dudoso perfil de buen gestor,  que con toda seguridad nos llevaría al desastre y al colapso.  Esto lo digo convencido con la intención también de ser convincente. 

 

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