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El pecado de la carne halal


Por Álex Solar

 

Franz-Olivier Giesbert, escritor y periodista ampliamente conocido en su país, Francia, llama la atención sobre un asunto polémico en su libro “Un animal es una persona”, publicado en 2014 y editado hace un par de años en España. Se trata de los sacrificios de animales con los métodos religiosos llamados “halal”, en el caso de los musulmanes y kosher, en el de los hebreos. El tema ya había aparecido en la política francesa en 2012, a un par de meses de la primera vuelta electoral, cuando Marine Le Pen alertó de que la mayor parte de la población de París estaba consumiendo carne de animales sacrificados de acuerdo al rito musulmán, en abierta contravención de la legislación nacional y europea en la materia. Sarkozy le salió al paso, negando la mayor y esgrimiendo cifras muy inferiores (alrededor del 2,5 %).

 

 

El sacrificio halal o kosher requiere que las reses no estén aturdidas en el momento de matanza, en el que son degolladas y sangradas. Franz –Olivier Giesbert relata su experiencia aterradora en un matadero regido por estos métodos y describe el sacrificio ritual de un buey como “una abominación”. “El matadero es un lugar aterrador donde todo puede suceder, sobre todo lo peor, y muy particularmente cuando produce carne halal. Los recuerdos que me han quedado de mis pocas visitas me han quitado para siempre las ganas de comer carne” (Op. Cit. Página 112). Los animales vienen apiñados en malas condiciones, algunos no saben ni siquiera andar, otros son arrollados en las avalanchas y son matados a toda velocidad, a menudo escaldados y vaciados aún vivos en esta siniestra industria cárnica de la muerte. El tiempo es oro y la cadena infernal no puede detenerse ni un instante. Un decreto de 1964, que establece para los animales condenados un necesario descanso, apenas se cumple.

 

Ya sea en el sistema judío o en el musulmán, la práctica del sacrificio consiste en sangrar al animal en vivo. El corte en el esófago(contrariamente a lo que se hace en sacrificios normales) multiplica el riesgo de contaminación bacteriana creando un riesgo sanitario. Un informe secreto encargado por las autoridades agrícolas francesas en 2011 revelaba que la demanda de carne halal había provocado la subida de un 10% a un 40% de los sacrificios totales. “El kosher sigue siendo marginal, pero el halal va a toda máquina y nada lo va a detener”, dice Giesbert. Los políticos intentan calmar a la ciudadanía con estadísticas trucadas para minimizar la alarma y “no estigmatizar a minorías religiosas, por integristas que sean”, advierte Giesbert. Francia cuenta ya con cinco millones de musulmanes y medio millón de judíos a los que hay que contentar.

 

En nuestro país, los animalistas del PACMA , han reaccionado contra las matanzas rituales denunciándolas como “crueles”. Solo en Ceuta y Melilla se sacrifican unos 10.000 corderos en las festividades religiosas que se celebran en septiembre cada año.

 

En nombre de supersticiones religiosas, que tuvieron algún sentido en el pasado, se siguen cometiendo brutalidades solo comparables con las de los campos de concentración. El escritor francés sentencia: “ No soy un aficionado, pero ruego a los cruzados contra las corridas que dejen urgentemente de comer carne roja antes de meterse con los toreros. ¡Un poco de coherencia, por favor!”. El autor no está en contra de la libertad alimenticia sino del respeto a los animales de carne desde que nacen hasta que los matan invocando a Alá o a Jeová.

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