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En nombre de don Manuel

Francisco J. Chavanel

 

Miércoles noche. Fue cosa entre el presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo, y el consejero de Administraciones Públicas, Aaron Afonso –el que metió de matute a Lourdes Quesada, la esposa del fiscal-jefe para que ejerciera de directora general de Relaciones con la Justicia-. Afonso, que es el responsable de la delegación socialista en el Gobierno hasta que Patricia Hernández retorne a la actividad política, prevista para septiembre, escuchó las argumentaciones del presidente: a) nombraremos cargos de CC pero no del PSOE en el consejo de gobierno del jueves; b) no nombraremos cargos del PSOE atendiendo a que ustedes no han cumplido con los pactos en cascada en Lanzarote y, en concreto, en el Cabildo; la excusa del funcionario incorrupto Polo no nos la creemos; c) todavía no han firmado ustedes el pacto en La Laguna, este asunto también nos preocupa; d) coméntalo en el partido y cuando estos temas estén resueltos entonces volverán a nombrar cargos en el Ejecutivo.

Algo más: Aaron había presentado al fin la propuesta de Manuel Fajardo como viceconsejero de Justicia, asunto retenido por Patricia Hernández durante un mes de duros y discretos enfrentamientos entre ella y la organización de Lanzarote. Es posible que Patricia se haya cansado de tanta guerra y diera su plácet a cambio de que Fajardo y Loli Corujo hicieran campaña a favor de ella para ser elegida secretaria regional de los socialistas en un futuro próximo.

Pero lo cierto es que el nombre de Fajardo –no un perfil cercano, próximo, a elegir, como dijo hace unos días la secretaria Corujo, sino su nombre claro, nítido, contundente- fue lo que articuló la crisis, suavizada después por Clavijo al no nombrar tampoco CC a personas suyas para departamentos todavía desiertos. La ausencia de todo tipo de nombramientos es lo que ha ocultado a la opinión pública el grado de veneno que empieza a notarse en algunas relaciones.

La secretaria Corujo es libre de parapetarse en las medias verdades o en las mentiras completas para explicar su lamentable actuación en este triste carnaval. Se suponía que venía a regenerar y a cambiar las aguas sucias que abundan en su organización. Se suponía que iba a liberarse del lobby que la nombró y apostar por un socialismo que no se articule desde un despacho, desde los intereses muy concretos de unas personas que funcionan como verdaderos atletas de la obtención de los recursos públicos, gente que no tiene miramientos para liquidar a los suyos si no colaboran (Segundo Rodríguez), o gente que no duda en utilizar sus influencias en la Justicia para criminalizar a sus adversarios… Se suponía que, al menos, se apartaría de Fajardo y de Carlos Espino. Ha hecho lo contrario: consiguió su puesto gracias a ellos, le disputó a Fajardo el primer puesto en la lista al Parlamento, y después transó con él la codiciada Viceconsejería de Justicia. No es cuestión de perfiles. El perfil es único. Se llama Manuel Fajardo y ella, Corujo, es su rehén, de la misma forma que lo es el partido al completo como se demuestra en su extravagante decisión de abandonar el pacto del Cabildo cuando ya estaba firmado.

Clavijo ya se ha dado cuenta. Los socialistas de Lanzarote lo extorsionarán hasta que Fajardo sea nombrado. Ya no hay duda al respecto: lo será dentro de quince días o un mes; lo será inevitablemente, si nadie lo remedia. Canarias tendrá un viceconsejero de Justicia para trabajar al alimón con la señora del fiscal jefe García Panasco, que tanto adora Fajardo, para entre los dos intentar componer una sinfonía resplandeciente de cómo lograr desde el Gobierno una condena brutal en el TSJC del caso Stratus, y de las piezas que lleguen de Unión. Ojalá me equivoque y dos más dos sumen esta vez cinco, pero el Estado de Derecho vuelve a estar en peligro, como lo ha estado durante la delirante instrucción del caso por parte del juez Pamparacuatro y del fiscal Stampa.

 

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