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Entrañable carta a Finca de Uga

Por Antonio Coll

 
Finca de Uga es una maravillosa excelencia del reino animal y vegetal,  un  binomio perfecto, entre naturaleza y hábitat,  entre zoológico y  granja agrícola-ganadera.  El mundo animal y vegetal se combina,  en un equilibrio ecológico armónico.  Los animales y aves viven en unas condiciones muy óptimas, similar a su hábitat habitual,  por eso,  su adaptación es completa, en una cautividad de lujo, porque el creador-impulsor de Finca de Uga, Juan Francisco Rosa y su equipo, han propiciado un ecosistema, respetando la naturaleza y el medio físico.  Todas las especies se recrean en un bienestar gratificante y sin stress. Bodegas Stratvs es también  otra obra emblemática  del mismo autor  que, actualmente, está precintada de forma incomprensible. Pero esto es otra historia. Larga historia irracional. 
 
 
Miles de escolares, pertenecientes a una veintena de colegios lanzaroteños que cada año,  en visitas organizadas, acuden a Finca de Uga, salen maravillados y fortalecidos,  en su concepción con el mundo animal y vegetal. Y esto es gratificante porque contemplan un paisaje agrario singular, basado en la agricultura y ganadería tradicional, en perfecta simbiosis con las múltiples especies que habitan ese espacio, donde la mano del hombre, ha sabido, con mucha sabiduría, enriquecerlo y convertirlo en un ecosistema con mucho valor natural y ecológico.  
 
 
El pasado sábado, Cristina del Moral, secretaria de Dirección del Grupo Rosa, invitó a un grupo de amigos y amigas para visitar la Finca. Y una de las visitantes, después de la grata estancia, días más tarde, le remitió un carta entrañable y llena de ternura, por haber descubierto un espacio natural construido “con tanto respeto, esmero y amor”. Con mucha sensibilidad, hace una descripción de la Finca de Uga y su creador, que  merece ser reproducida, por su claridad, sencillez, pensamiento creativo, poético y ecológico. Es un testimonio digno de resaltarse.  No obstante, son ustedes, estimados lectores, libres para  juzgar su contenido. 
 

La carta de una visitante agradecida  

 
Querida Cristina:
 
“Esta mañana mi ser se inundó de AMOR por todos mis sentidos, poro a poro. Un cóctel de sonidos, formas, colores, olores y sabores me hicieron sentir en una utopía hecha realidad. Un sueño cumplido. Olor a excremento, a flores, a árboles, a frutas, a leche, a animales, a queso, a alimentos, a aromáticas, a sudor de trabajadores, a productos de limpieza, a... Sumado con los colores del inmenso habitad recreado y los sonidos: del viento, de las hojas, de los animales, de trocitos de silencio, de la música ambiental, de la respiración de cada ser vivo, orgánico e inorgánico, que compartíamos espacio con sabor a almogrote, a distintos y exquisitos quesos, al cariño, principal condimento en la elaboración de cada detalle de la Granja de Uga, cántico a la VIDA y alimento de almas vulnerables.  Tu jefe me parece un SER ESPECIAL. Sé que muchos opinarán que con dinero es fácil hacer lo que él hace. Otros, que tener animales en cautiverio no está bien. Discrepo. Gente con dinero hay mucha, pero no todos lo dedican a hacer bien a la naturaleza, dentro de la que incluyo a los humanos, aunque les beneficie para otros fines personales y económicos.  
 
En cuanto a lo de animales en cautiverio. Decir que por la misma razón  tendríamos que dejar libres a los árboles, frutales y ornamentales, y a los vegetales en general, para que brotaran a su libre albedrío donde las condiciones fueran idóneas. No sé qué, ni cómo sería nuestra alimentación.  Gracias a Dios hemos evolucionado y, aunque en muchas cosas nos hemos equivocado, sin otras, hubiera sido imposible nuestra subsistencia. Además, ¿desde cuándo crear un espacio privilegiado para que vivan lujosamente animales es pecado?  Ojalá cada humano cuidáramos nuestro pequeño entorno con tanto respeto, esmero y amor. El mundo sería un auténtico paraíso terrenal. Ojalá Dios, el Universo, la Naturaleza, Buda, quien sea, mejore aún más la economía de personas como tu jefe, porque, trocito a trocito, la Tierra sería mucho más habitable. Valores y principios cuasi olvidados resurgirían. El respeto imperaría, la justicia y la equidad serían más igualitarias. 
 
Felicidades Cris, para ti y para tu jefe. También yo lo admiro. Lo he admirado por las buenas críticas que he escuchado merecidamente de él desde siempre respecto a su implicación económica para causas sociales justificadas que tuve oportunidad de corroborar cuando me posibilitaste acceder a él para  pedirle colaboración para los niños de la isla,  enfermitos de cáncer y no dudó en compartir,  generosamente,  parte de sus ingresos para esta causa.   
 
¿Sabes querida Cris? Ojalá yo tuviera posibilidades para hacer obras así,  antes de irme de esta vida.  Proyectos que dibujaba de niña para cuando fuera enfermera y que mi situación económica no me ha permitido llevar a la práctica. Ojalá pudiera hacer el hogar para mayores o el hospitalito para niños que diseñaba entonces. Ojalá pudiera levantarme cada día,  pensando proyectos solidarios y llevando a cabo,  cada uno de ellos,  con tanto lujo de detalles, tanta exquisitez, tanto gusto, tanto amor y tanto respeto como deja patente el proyecto que pudieron respirar mis sentidos esta mañana. De nuevo, ¡MUCHAS GRACIAS! querida Cris, con alma, para ti y para él.
 
Fdo.: Una visitante agradecida
 
 
No conozco, personalmente, a la autora de la citada carta, ni siquiera sé su nombre.  Pero creo que su publicación servirá para comprender que en la isla existen empresarios,  con alto valor ecológico, que saben combinar la simbiosis Hombre-Naturaleza y  aprovechar  los recursos que se pueden extraer del medio físico y animal, para elaborar productos artesanos,  con una calidad exquisita y recomendable para una alimentación saludable. Destaco la encomiable  lucidez literaria de la autora y comparto su reflexión: vivo y bello mensaje para entendernos a nosotros mismos.  Para entender que existen alternativas para vivir en un mundo mejor. 

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