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Estrategia de crecimiento y empleo


Por José Carlos Mauricio

 

Hace una década, entre los años 2005 y 2007, finalizaba el ciclo de expansión y Canarias crecía por encima del 3%, con una tasa de paro que se había reducido por debajo del 10%. Es decir, poco más de 100.000 parados, junto a 925.000 ocupados. Íbamos, pues, camino de una economía capaz de sostener un millón de trabajadores ocupados. Lo que significaba lograr el sueño del pleno empleo. Un sueño que no habíamos conseguido nunca a lo largo de nuestra historia, caracterizada por el paro y las emigraciones. Habíamos alcanzado también un Producto Interior Bruto de 42.000 millones de euros, que aún no hemos recuperado. Y suponía una renta media por habitante de 20.000 euros anuales. Todo esto significaba que en la primera década del siglo XXI, Canarias había roto por fin las cadenas del subdesarrollo y se había convertido en todos los aspectos en una sociedad moderna, europea, del primer mundo.
Casi sin darnos cuenta, el sueño se rompió y volvimos a nuestras viejas pesadillas: con un dramático crecimiento del paro y la precariedad, la exclusión y la pobreza. De pronto, todos nos hicimos un poco más pobres y los pobres se hundieron en niveles de miseria. Al principio, no lo entendíamos. Estuvimos un tiempo desconcertados, pero poco a poco fuimos comprendiendo: nos habíamos metido en una vorágine especulativa, subidos en una ola de crecimiento falso y artificial, en que todos creían que se enriquecían cuando en realidad nos estábamos endeudando y empobreciéndonos. La burbuja se infló e infló, hasta que estalló.

 

La crisis social

 

Nos dejó un campo lleno de ruinas. De 2007 a 2010, Canarias perdió 140.000 empleos y del 2010 al 2013, otros 60.000. En esos seis años fatídicos, siguió la fuerte inmigración de extranjeros que llegaban huyendo de otras crisis. El resultado es que pasamos de los 100.000 parados en 2007 a casi 400.000 en 2013, para ser exactos 393.000. En ese 2013 tocamos fondo. Habíamos perdido decenas de miles de empleos en la construcción y los servicios, incluido el turismo, en donde se hundió una gran parte de la red auxiliar de pequeños emprendedores que ofrecen servicios externos a la industria turística.

 

También se perdieron miles de empleos en la función pública. El Gobierno de España impuso las tesis alemanas del ajuste duro, reducción de salarios y del empleo para mejorar la productividad; junto a grandes recortes en los servicios públicos para intentar hacer frente al desbordante crecimiento de la deuda pública. Entramos en un círculo vicioso: la deuda pública crecía aceleradamente porque la recesión y los ajustes reducían los ingresos tributarios del Estado; pero, al mismo tiempo, la deuda seguía creciendo por los enormes gastos públicos provocados en los rescates del sector financiero, precisamente uno de los culpables de la crisis.

 

La crisis económica no tardó en llevarnos a una grave crisis social y, finalmente, a la crisis política en la que aún estamos inmersos. La sociedad quedó rota: el paro creció en Canarias hasta el 33% y batimos los récords del paro europeo. Canarias quedó colocada en la cuarta región europea con más paro y sigue ahora en el mismo lugar con el 26%. El mercado laboral quedó desarticulado por el paro y la precariedad y la sociedad fracturada por el crecimiento enorme de la desigualdad. No solo las clases populares sufrieron el duro golpe de la crisis, también afectó a las clases medias. Los pequeños empresarios y autónomos, los empleados del sector servicios y decenas de miles de empleados públicos pasaron del estatus de clase media al de clases pobres. Un estudio del BBVA publicado esta semana explica que tres millones y medio de españoles han dejado de ser clase media y han pasado a convertirse en trabajadores pobres. En Canarias esto le ha ocurrido a más de 150.000 canarios.

 

Conviene recordar que la crisis no se mide solo con la pérdida de rentas sino, también, por los efectos que esa pérdida produce en la confianza y autoestima de las personas, con fenómenos depresivos y de desarticulación familiar, que provoca un profundo deterioro social, del que tardaremos años en recuperarnos.

 

La recuperación

 

Ahora que se inicia un ciclo de crecimiento y empieza a dejarse atrás la recesión, la clave para acertar en el buen camino es saber mirar atrás y ver en conjunto toda esta última década. Reflexionar sobre los errores cometidos para aprender. Y, al mismo tiempo, pensar desde la luz de la experiencia cómo debemos afrontar la próxima década para recuperar el tiempo perdido. Hemos pasado, como en el sueño de José, por siete años de vacas flacas y ahora probablemente toque un tiempo de vacas menos flacas. Que pudieran ser gordas si acertamos en las soluciones.

 

Sin embargo, la recuperación económica en Canarias vuelve a hacerse con una insuficiente incorporación de trabajadores canarios a la actividad económica. Ello refleja un problema profundo: el fracaso histórico de nuestro sistema de formación profesional. Y, en parte, de nuestro sistema educativo. Que los trabajadores canarios no puedan competir en capacidad, destreza e idiomas con los trabajadores venidos de fuera nos muestra un problema muy grave de nuestro pasado, que exige soluciones urgentísimas y drásticas para nuestro futuro. Desde hace 25 años, Canarias tiene el gran reto de convertirse en una sociedad bilingüe o multilingüe, imprescindible para trabajar en los sectores que tienen más potencial de futuro: el turismo, las nuevas tecnologías, industrias de alto valor añadido y comercio internacional.

 

Ahora que acabamos de recuperar los 800.000 ocupados cuando estuvimos cerca de los 700.000 hace tres años, es el momento de recuperar nuestro viejo sueño, el que tuvimos en el 2007: alcanzar un millón de empleos en el 2020. Para eso no basta solo la liberalización del suelo ni los recursos del ITE, junto a aprovechar el viento de cola. Es decir, la coyuntura favorable que provoca la caída del precio del petróleo, el crédito amplio y barato impulsado por el Banco Central Europeo y la coyuntura turística favorecida por la crisis de los países árabes. Hace falta más, mucho más. Si queremos subir a la montaña con la pesada roca que llevamos en nuestras espaldas, necesitamos tener un plan, una auténtica estrategia de crecimiento y empleo que ahora no tenemos.

 

Hace unos años, cuando la crisis era más aguda, el Gobierno de Paulino Rivero elaboró un documento que ha pasado al olvido, pero que teóricamente sigue en vigor. Lo llamó Estrategia Canaria para el Crecimiento y el Empleo. La intención era buena. Pero a pesar de su nombre, la estrategia no aparecía por ningún lado. Se basaba solo en aprovechar el crecimiento turístico para impulsar el conjunto de la economía. El documento, lleno de análisis y gráficos, apenas tenía propuestas. A pesar de ello, fue presentado a la Unión Europea, que lo valoró positivamente y lo integró, junto con el de las restantes regiones ultraperiféricas, en la Estrategia Europa 2020. 

 

Estamos actualmente en la segunda fase de aquel plan, que correspondía al período 2015-2020, aunque el documento no tiene ahora ninguna operatividad. Pero si puede servir para que el Gobierno de Canarias lo actualice, en el marco del diálogo social y aproveche para presentar a la Comisión Europea y al nuevo Gobierno de España, que se constituirá en los próximos meses, un proyecto actualizado de la estrategia canaria de crecimiento y empleo. Nuestros indicadores de paro y la crisis social canaria nos justifican sobradamente para exigir medidas profundas de cambio de nuestro modelo económico. Que empieza por reformar y potenciar nuestro sistema educativo; de manera especial la formación profesional. Mejorar la financiación de nuestras universidades. Avanzar en los niveles de excelencia del sector turístico. Plantearse en serio la internacionalización de nuestra economía. Recuperar el plan de infraestructuras y empleo con el que históricamente hemos contado. Y, sobre todo, apostar por las nuevas tecnologías de la energía y digitalización de toda la economía. Hacer propuestas nuevas y estudiar formas de cofinanciación con España y Europa es la única estrategia para crear empleo y salir de verdad de la crisis.

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