PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Europa cuesta abajo

Por José Carlos Mauricio

Publicado en La Provincia

 

 

A principios de este año, en un rapto de pesimismo, escribí: “¿Se imaginan un mundo gobernado por gente como el inglés Boris Johnson, Donald Trump, el italiano Beppo Grillo, la francesa Marine Le Pen y Putin?”. Podríamos citar algunos más y concluir que estaríamos en un mundo de locos. Después de escribir esto, llevado por el susto, inmediatamente rectifiqué: “Ya sé que no va a pasar: es demasiado disparatado”. Pero advertí: “Solo la posibilidad de que pudiera ocurrir es para preocuparse y hasta angustiarse”.

 

Transcurrido menos de un año, la extraña amenaza empieza a cumplirse. Los británicos decidieron irse, en referéndum, dando un portazo a la Unión Europea. Cameron dimitió, le sustituyó la señora May y el inefable Boris pasó a ser ministro de Exteriores y pieza fuerte del nuevo gobierno. El primer acto del horror-show se había escenificado y la mayoría de los europeos se preguntó: ¿cómo ha sido posible, a dónde vamos a parar? Para calmarse, se contestaron: “Bueno, cosa de los ingleses, como ya sabemos son muy suyos. Pero no irán muy lejos, ya se arrepentirán”. Por ahora no se han arrepentido y, en marzo, comunicarán a la Comisión Europea su disposición a negociar el divorcio, la ruptura.

 

Segundo acto: Trump

 

Pocos meses después, cuando todos estábamos intentando tranquilizarnos, Matt Damon, el famoso actor norteamericano, nos sorprendió con unas declaraciones inquietantes. Estaba en Tenerife, donde rodaba una nueva entrega de la serie Bourne, y después de elogiar las bellezas de la isla, lanzó un pronóstico demoledor: “Lo del brexit es todo un síntoma, me temo que en mi país sucederá lo mismo y ganará Trump”. Yo desde luego no le creí y pensé: “Es, sin duda, un gran actor, pero no parece que sepa mucho de política. Quizá le ha pasado lo mismo que al personaje de su película y ha perdido la memoria”.

 

Pero la intuición de Damon se cumplió. Y el próximo 20 de enero Trump pasará a ser presidente de Estados Unidos, el político más poderoso que, de paso, pondrá el dedo en el gatillo nuclear. Ya ha anunciado que va a llenar de generales retirados puestos claves de su Administración. Como secretario de Defensa y jefe del Pentágono va a designar a James perro loco Mattis. Así le llaman. Y como jefe de Seguridad Nacional, a otro general retirado: Michael Flynn, con la misma fama de enérgico, es decir duro. Y para cerrar la tripleta que dirigirá toda la política exterior y de defensa, se especula que David Petraeus, otro duro aunque inteligente, que ocupará el Departamento de Estado. Es decir, los generales al poder. La historia nos enseña que, algunas veces, los duros son capaces de hacer políticas inteligentes. Pero también nos enseña que otras veces hacen auténticos disparates.

 

Para empezar Trump ya ha repetido el mensaje que lanzó en la campaña electoral: “Europa no es una potencia global, como lo es Estados Unidos. Es solo una potencia local, que debe seguir siendo tutelada y protegida. Pero si quiere protección debe pagarla”. ¿Y eso cuánto cuesta?, preguntan los europeos. “Noventa mil millones de euros más”, contestan los americanos. Y añaden: “Justo lo que queremos ahorrarnos. Cada país debe gastar el 2% del PIB en gasto militar”. El mensaje no es para todos. Es, sobre todo, para Alemania, Italia y España. Si estos países quieren alcanzar el 2% del PIB, Alemania debe incrementar su gasto militar en 28.000 millones de euros más; Italia en 17.000 millones; y España en 15.000. Es decir, el doble de lo que gasta ahora. Por tanto, nosotros pagamos, pero las misiones las deciden ellos desde la OTAN.

 

Pero, ¿de quién nos tenemos que defender que nos sale tan caro? Los americanos dicen que las amenazas estratégicas de Europa son por este orden: primero, la Rusia de Putin; segundo, la deriva que está teniendo la Turquía de Erdogan, aunque continúe dentro de la OTAN. Y tercero, el terrorismo yihadista procedente del norte de África y de Oriente Medio.

 

Ante la presión americana de Trump y sus generales, se han producido dos respuestas opuestas. La señora Merkel, por un lado, ha anunciado que Alemania está dispuesta a aumentar “su esfuerzo militar”. Y que llevará al Consejo Europeo del próximo 15 y 16 de diciembre la necesidad de que los otros también lo hagan. Hollande parece que también iba a apoyarlo, porque solo tiene que incrementar 5.600 millones de euros. Pero no le dio tiempo para hacerlo: anunció que no será candidato a las presidenciales del próximo abril, con lo que de hecho quedó en funciones. Su posible sucesor, si le gana a Marie Le Pen, Francois Fillon, candidato del centroderecha, declaró y desconcertó a los americanos: “No soy partidario de incrementar el gasto militar. Por el contrario, es mucho mejor buscar políticas europeas de entendimiento y cooperación con Rusia y Turquía. Entiendo que nuestros intereses no son irreconciliables”.

 

Por su parte, Rajoy repite lo de siempre: callar y esperar a ver quién gana, para luego alinearse. Y Renzi, el italiano, se ha negado tajantemente con la esperanza de que su firmeza le dé más votos en el referéndum de hoy.

 

Tercer acto: Italia

 

Hoy domingo están convocados los italianos a un referéndum que puede ser clave para el futuro del proyecto europeo. En realidad se vota otra cosa: una reforma parcial de la Constitución italiana. Pero, como suele ocurrir, el referéndum se ha convertido en una especie de plebiscito sobre las políticas reformistas de Matteo Renzi y su gobierno. Se trata de decidir si los italianos respaldan o no las políticas socialdemócratas de Renzi para sacar a Italia del estancamiento y la decadencia.

 

Pero también a Italia llegó con enorme fuerza la ola del populismo mundial. Dos organizaciones políticas apoyan el No: por un lado, el movimiento antisistema y antieuropeo dirigido por un cómico reconvertido en político, Beppe Grillo. Que dirige una fuerza que está a punto de convertirse en la primera de Italia. Y, por otro lado, vuelve Forza Italia, con el esperpéntico Berlusconi, expresión acabada del populismo de derechas y, sin duda, el antecedente europeo de Trump.

 

Lo sorprendente es que las últimas encuestas dan mayoría de cinco puntos al No sobre el Sí. Parece que todo va a depender, como en Inglaterra y Estados Unidos, de los indecisos y del nivel de participación. Si gana el No, Renzi se encuentra en el dilema de dimitir y convocar elecciones o gobernar en una situación particularmente precaria. Supondría el tercer triunfo del populismo en este año. E Italia entraría en una situación caótica, difícil de controlar.

 

Se daría también un nuevo y notable impulso al populismo antieuropeo, como puede ocurrir también hoy en Austria, en sus elecciones presidenciales. Y amenaza con ocurrir igualmente en las presidenciales francesas de abril de 2017. Al final, todo se decidirá en la segunda vuelta de las francesas, que se celebrará el 7 de mayo, y donde Europa vivirá un momento dramático, en el dilema de si seguir adelante con el proyecto europeo a través de una gran reforma y un nuevo Tratado. O, por el contrario, seguir cayendo hasta su desintegración, lo que significaría sin duda un desastre histórico.

Comentarios (0)