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Fuerte(des)ventura

Por Francisco Pomares

 

 

A Coalición Canaria se le ha complicado bastante lo de Fuerteventura: si Ruano no consigue pacificar la situación –ha sido comisionado para ello, dado que Barragán es interpretado como parte del problema- el estropicio electoral en la Maxorata podría ser considerable.

 

En origen la historia tiene que ver –sobre todo- con la poca mano izquierda de José Juan Herrera –Herrerita- ex presidente del Cabildo majorero y vencedor en la pelea entre paulinistas y clavijistas en Fuerteventura. Herrera no sólo se colocó en el lado ganador de esa pelea, sino que ha pasado los últimos años amorosando un partido muy abandonado por sus cargos públicos. Hoy, el control de Herrera sobre los militantes de la antigua Asamblea Majorera es casi absoluto. Y controla también el Consejo Político insular. Desde él ha elaborado y aprobado unas candidaturas hechas sin contar con quienes las encabezan. Algunos, con cierra maledicencia, aseguran que el problema es que ha impuesto a su propio hijo de numero cinco en la lista del Cabildo, pero eso es un exceso. Herrera hijo se ha ganado estar en las listas, es un tipo trabajador y reconocido por los suyos. El problema no es que él esté; son los que no están los que han provocado la renuncia de Mario Cabrera y Marcial Morales a encabezar las candidaturas si no se modifican las listas.

 

Desde mi personal punto de vista, creo que Mario Cabrera no tiene razón y Marcial Morales sí la tiene. Y me explico: Marcial es candidato a la Presidencia del Cabildo. De la lista que encabeza deben salir los consejeros con los que habrá de gobernar si gana las elecciones. Lo razonable es que se le preste atención cuando plantea quien debe acompañarle. Es absurdo que –si se espera que gobierne- se le imponga una candidatura en la que no cuente con gente de su confianza, porque el gobierno del Cabildo ha de hacerse con quienes integran esa lista. Mario Cabrera, sin embargo, es candidato al Parlamento, no tiene que montar ningún equipo con los diputados después de las elecciones. En las listas parlamentarias, los partidos debería tener libertad para hacer autónomamente sus candidaturas, al margen del candidato que presente encabezándolas, porque una vez elegidos los candidatos, todos ellos serán diputados al mismo nivel. En la hipótesis –bastante absurda hoy- de que Mario Cabrera pueda ser votado como Presidente del Gobierno, sí debería contar con autonomía para decidir su Gobierno. Pero en las listas al Parlamento no es imprescindible que la gente que le acompañe sea suya. Si Cabrera exige tener a su lado gente próxima es para poder influir más en el grupo parlamentario. Y el grupo parlamentario es una competencia del partido, no del candidato.

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