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Gobernar a golpe de eslogan

 


Por Gloria Artiles


Hay lugares comunes, mantras ideológicos convertidos en consignas cuya función sirve esencialmente para esconder la incapacidad manifiesta de gestión en Arrecife. Son frases retóricas, en el sentido más peyorativo de la palabra, que no dicen nada porque son carcasa vacía de contenido. “Queremos una ciudad amable”, “vamos a destinar el territorio para uso público” (la palabra territorio que no falte nunca) o “hay que devolver Arrecife a los arrecifeños” son algunos de los estereotipos que deben ser repetidos hasta la saciedad por cualquier concejal de Arrecife que se precie de pertenecer a esa parte del PSOE (es solo una parte, no es el PSOE) que hace tiempo se quedó anclada en un viejo paradigma socialista, a pesar de que la historia se ha encargado de demostrar tozudamente su caducidad. Típicos tópicos ideológicos que actúan como elementos catalizadores de desvío de la atención sobre las verdaderas motivaciones que hay detrás: las luchas egocéntricas de poder en las que permanecen enredados algunos pocos.

 


La política socialista municipal de Arrecife padece de hipertrofia retórica y adolece de falta de gestión; no sé si la primera es consecuencia de la segunda, o se influyen mutuamente. Es difícil saberlo por la dosis de ideología barata que, ante la falta de madurez autocrítica que se suele derivar de una formación insuficiente, han abrazado algunos de los protagonistas del grupo de gobierno, muchos de los cuales no se han visto en otra mejor al acceder a un cargo que, además de un sueldo por encima de su preparación, les tiene encandilados porque les proporciona una íntima sensación de satisfacción ya que les otorga una secreta posición de superioridad en el estatus social por encima del resto de los mortales arrecifeños. Como defensa numantina para no perder su inmerecida situación de privilegio, sólo les queda parapetarse en su estrechísimo círculo ideológico, completamente impermeabilizado ante cualquier crítica externa, lo que les impide abrirse a la posibilidad de cuestionarse algún error. Así, a mayor incapacidad para gobernar la ciudad, mayor el grado de intensidad en las soflamas ideológicas cuando la prensa les pregunta por la decadente situación de la capital y su inacabable lista de carencias. Todo es vestir y revestir de palabras la ausencia de hechos y acciones de gobierno. Es decir, proclamar que aman la ciudad, pero no hacerlo.

 


Sí, Arrecife está enferma de mentira. Pero aun con todo, la decepción más profunda para los arrecifeños viene de las “nuevas” formaciones que venían a implantar la “nueva” política. Esos partidos de nuevo cuño, de uno y otro signo, que reavivaron los escombros de la ilusión con una posibilidad de regeneración de esta ya endémica situación política que vive nuestra capital, son los mismos que, escandalosa e increíblemente, asisten impávidos como espectadores cómplices de la deriva agonizante que padece. ¡Qué desesperanza!

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