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Hacer del vicio virtud

 

Por Alex Solar

Unos talleres realizados en Torremolinos y en el marco de actuaciones subvencionadas por la Junta de Andalucía han provocado revuelo la semana pasada en los medios informativos conservadores. Detrás de estos polémicos talleres, en los que se enseñan técnicas de masturbación, está un grupo de voluntarios llamado Apoyo Positivo, que colabora con la Junta y que para San Valentín han creído oportuno dar conocimientos de educación sexual, difundiéndolos con llamativos carteles en los que aparecen como títulos “Afrodita y su manita”, “Más de tres sacudidas” y “Tú me das cremita”, ilustrada con la figura de dos velludos varones practicando sexo anal.


En el programa matinal Espejo Público, el responsable por la Junta de Andalucía contestó a las críticas de los tertulianos de Susana Griso, entre los que se encontraba Juan Manuel de Prada, que a pesar de haber escrito un libro de prosas líricas titulado “Coños” (concebido como un homenaje a Senos de J.Ramón Gómez de la Serna) se distingue por sus posturas reaccionarias defendiendo a la Iglesia Católica en materias como el aborto, el matrimonio homosexual o la eutanasia. En su opinión, resulta innecesario e indecoroso instruir a nadie , y menos a públicos infantiles o juveniles, sobre las formas posibles de autosatisfacción sexual, y para más INRI con dinero público. Y aunque el de la Junta de Andalucía insistía en que las actividades del colectivo organizador eran gratuitas y dirigidas a adultos en todo caso, el escritor seguía condenando la iniciativa por considerar que era absurda, inútil e inmoral. Para él, el sexo que no estuviera ligado a la afectividad es anatema y toda educación sexual debería ir por ese camino y no otro.


Resulta abracadabrante que a estas alturas del partido y del S.XXI, la moralina de personas como el Sr. de Prada siga existiendo. Y es que la sexualidad da miedo todavía, y si está relacionada con las mujeres, más. Hace más de medio siglo la escritora y ensayista Susan Sontag pronunció una charla sobre la pornografía clásica en la literatura en el que destacó la diferencia entre la alegría sexual de los textos eróticos chinos o de la India frente al erotismo occidental, los escritos del famoso Marqués de Sade y otros pornógrafos de nuestra cultura, que convertían el disfrute sexual en una lucha encarnizada entre la virtud y el vicio. Una dicotomía de la que al parecer seguimos sin librarnos, pues la sola mención del sexo nos pone en guardia o nos asusta en los ámbitos públicos, educativos o institucionales.


Sontag dice que el hombre, “ese animal enfermo, lleva dentro de sí un apetito capaz de enloquecerlo”. La pornografía crea adicción y eso posiblemente es lo que la hace temible para muchos que dicen detestarla o que les “aburre”. En 1964, año en que se pronunció la charla citada, apenas había otros medios que los libros y revistas clandestinas para servir de vehículo a la realización de esas fantasías y deseos reprimidos por la cultura imperante. O algunos cines sórdidos, donde era arriesgado entrar, especialmente para las mujeres que no fueran allí a prostituirse. Hoy, la mayoría de los jóvenes han visto escenas explícitas de sexo en Internet aún antes de haberlo experimentado en sus carnes. La pornografía ha cambiado el significado de “educación sexual” y es un floreciente negocio que mueve miles de millones de dólares anuales, y además ha dejado de ser clandestina, para bien o para mal. Actualmente existe hasta un “porno feminista” y hay quienes como la educadora sexual feminista Betty Dodson se declaran en su favor : “Quiero que el feminismo signifique que una mujer sabe lo que quiere en la cama y lo consigue”.


La pornografía no engaña: cumple con su función, aunque sea encubierta como best seller para diversión de mujeres heterosexuales de clase media que se extasían con las frases manidas de “50 sombras de Grey”. En el onanismo todos somos autodidactas, aunque es posible que se necesite cierta ayuda para hacer del vicio una virtud.

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