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La demagogia que guía a Lanzarote


Por Antonio Coll

 


Yo no sé si hice bien en quedarme en Lanzarote cuando terminé mis estudios en Ciencias de La Información, en Barcelona, para ejercer periodismo en la isla. De hecho podría haber optado irme a Las Palmas a trabajar en un medio de comunicación importante, pero deseché la oferta y en 1981 inicié, con otros, el proyecto de Lancelot. Reflexioné de la importancia de que la isla contara con una opinión pública formada y con criterios propios. En 1981, la isla estaba aún en pañales y tenía múltiples problemas en todos los ámbitos. La carencia de medios periodísticos de ámbito insular significaba un hándicap y frustraba muchas aspiraciones, al encontrarse la isla indefensa para reivindicar infraestructuras esenciales como sanitarias, educativas, portuarias, aéreas, turísticas, etc. La aparición de Lancelot y más tarde otros medios, sirvió para que un pueblo desinformado y olvidado, empezara a reaccionar ante los poderes públicos y sus mensajes llegaran a las altas esferas gobernantes.


Pero el tema que más me preocupa, en la actual época que vivimos, después de los adelantos conseguidos por la isla, es la aparición de hace, más o menos una década de años, de muchos elementos políticos, degenerativos y mediocres y, sobre todo, determinados entes que siguen moviendo sus hilos “invisibles” para obstaculizar la buena gestión política y adaptar las condiciones de poder a sus intereses particulares, sin importarle para nada el desarrollo de la isla. El ejemplo más claro lo hemos vivido en el gobierno insular que, afortunadamente, se ha podido reconducir entre CC-PP-Dr. Sosa-PIL. Hoy el Cabildo de Lanzarote está a salvo y alejado de que el actual presidente, Pedro San Ginés, le puedan presentar una moción de censura. Aquí quiero destacar la generosidad del PP y el sentido común del PIL, presidido por Ramón Bermúdez, hombre clave para frenar las ambiciones de unas hienas carroñeras para constituir un gobierno, a todas luces, irracional que hubiese tenido efectos catastróficos para toda Lanzarote. Varios años estuvieron programando un proceso, similar, en miniatura, a un “golpe de estado” para controlar, políticamente hablando, toda la isla. Para ello, tuvieron como bandera la demagogia barata para ganarse el apoyo de una buena parte de la opinión pública, una vez que creían tener a su favor determinadas “marionetas políticas” muy dispares, ideológicamente hablando, y así producir el asalto a la primera institución de la isla. La estrategia no era de gestión, de resolver los problemas de la gente y de la isla, sino de implantar un sistema intervencionista, autoritario y populista, para perseguir y castigar a empresarios lanzaroteños y medios de comunicación. Lo triste de todo es que un partido histórico como el PSOE, al menos una parte de su cúpula, fuera cómplice y aceptara un proceso irresponsable y desestabilizador, cuando era consciente de que se trataba de constituir un gobierno “pastoril” con elementos ineptos y sin experiencia en la gestión y administración pública. Afortunadamente, repito, la demagogia, la retórica y la mentira no pudieron vencer a la racionalidad de los que hoy conforman el nuevo grupo de gobierno en el Cabildo.


Aún así, me sigue preocupando de que la demagogia siga siendo protagonista y siga “guiando” a Lanzarote. Y me preocupa porque los “enemigos” de esta isla siguen en sus esferas estratégicas y tácticas, siempre dispuestas a desplegar sus influencias para controlar el poder político de Lanzarote. Es una amenaza a la que la que solo se puede combatir desde la sabiduría y la buena gestión. Y, por supuesto, analizando bien a los candidatos, en las próximas elecciones democráticas.


Me acuerdo de una frase, pienso de Aristóteles, que le dijo a un dirigente político: “Deje la demagogia de lado y empiece a resolver los problemas de la gente, sin abusos de poder”

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