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La pinocha, ¿bien público?

Por Antonio Salazar

 

Es conveniente recordar que no hay nada más práctico que una buena teoría. O dicho de otro modo, sin una teoría adecuada, los resultados pueden distar mucho del objetivo deseado. El aserto es siempre válido, máxime tras escuchar a un coordinador de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, en el programa de Mayer Trujillo en la Cadena COPE, explicar las razones por las que se acumula pinocha en los bosques, calificándola de bien público, argumento que repitió en varias ocasiones. La acumulación de pinocha es contraproducente y resulta imperativo recogerla para evitar que genere problemas adicionales cuando los montes se incendian. 

 

Un bien público es aquel que no es susceptible de ser vendido o comprado en el mercado, lo que sucede cuando reúne dos propiedades que los distinguen del resto de bienes: no son rivales ni excluyentes. No son rivales cuando el uso y disfrute de un usuario más no supone una disminución de la cantidad disponible para el resto, mientras que resultaría excluyente si no podemos discriminar a sus usuarios, de tal suerte que una vez provisto el servicio no sería posible pasar una factura a los que se benefician de él. El ejemplo cla y ya en esee la teor.


arias mebarcaciones se beneficien al tiempo las inmediaciones se pueden orientar gracias a endios tengaásico de esto último sería la defensa de un país, se crea el ejército con la misión de defender las fronteras de un territorio pero en caso de desatarse un conflicto no se podría excluir del operativo a aquellos que, por una cuestión de conciencia o de percepción distinta de riesgo, deciden dejar de pagar impuestos para ese fin -en el caso de poder elegir-. Un ejemplo de bien rival podría ser la luz de un faro, cuando se provee ese servicio los barcos de las inmediaciones se pueden orientar gracias a él y no ocurre nada porque varias embarcaciones hagan lo propio ya que la cantidad de luz sigue siendo la misma.


Es lo que dice la teoría y ya hemos visto que con una visión tan amplia de lo que es un bien público, la pinocha tiene serias dificultades para ser considerada tal. También sabemos que la tecnología y la historia conspiran en contra de la teoría en los términos que expresara Samuelson. La tecnología consigue que productos que consideraríamos sin ambages bienes públicos puedan ser provistos por el mercado. Un caso claro sería el mismo ejemplo del ejército, ya existe tecnología suficiente para que aquellos que no deseen pagar la defensa, sean excluidos de sus beneficios (?). La historia, por otra parte, nos dice que los faros no siempre fueron públicos y que en la Inglaterra del siglo XIX eran privados y gestionados por particulares, como acreditara el Premio Nobel de Economía Ronald Coase. Determinar la naturaleza de un bien público y que sea una definición rígida es una pretensión científica imposible pero a la que tan aficionados resultan algunos economistas y muchos burócratas.


Pretextar que las trabas que se le ponen a los interesados en la recogida de la pinocha están justificadas por la existencia de bienes públicos resulta una jaimitada que genera adicionales problemas a la hora de extinguir incendios, pero que, sobre todo, muestra en las manos en las que están asuntos sobre los que deberíamos extremar las precauciones. La realidad es que, fiel a una administración absolutamente paquidérmica, los problemas se generan artificialmente y que, aquellas personas interesadas en retirar ese producto útil como cama para animales o compost, se ven sometidos a toda suerte de trabas e impedimentos. Lo demás, excusas de malos gobernantes con las ideas equivocadas.

 

@antoniosalazarg

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