Logo

La Segunda no es Primera, pero es Segunda

 

Por Andrés Martinón

 

 

Hace unos días Roberto González me invitaba a participar en la mini tertulia 'Color Amarillo' del programa Marcador. Ya se imaginan por dónde va la historia. La cuestión es que Roberto me pregunta qué me parece que ahora la Unión Deportiva Las Palmas esté desmantelando el equipo que la pasada temporada en la primera vuelta maravillaba al mundo entero. Al parecer, todos los jugadores tienen el cartel de 'se vende' como claro signo a lo que ya se interioriza el descenso del conjunto amarillo a la Segunda División.

 

Y aquí es a donde vamos. El titular que encabeza este artículo puede parecer un galimatías pero no lo es tanto pese a que la frase la digo casi liándome más que profetizando o filosofando sobre fútbol. La cuestión a la que me quería referir es que si descendemos y desvirtuamos hasta tal punto de no dejar huella de este equipo tan fantástico que hemos tenido, no sólo corremos el peligro de no volver a Primera: lo peor es que a lo mejor el año próximo estamos hablando de otro descenso, al denominado pozo sin fondo, que es la Segunda División B.

 

Y digo esto porque en Segunda División suele haber equipos tan potentes como las ciudades que representan. Hago referencia a Zaragoza, Osasuna de Pamplona, Hércules de Alicante, Sporting de Gijón, Córdoba. Es decir, equipos que tienen detrás un arsenal económico dispuesto a vivir o, incluso, sólo a soñar con lo que Las Palmas ha logrado las tres últimas temporadas.

 

Entiendo que nada o poco se pudo hacer para retener a los últimos grandes talentos de la cantera amarilla, como Roque Mesa o Jonathan Viera, pero creo que la Unión Deportiva tendría que seguir con su política que llevó a lo más alto a lo largo de su carrera: jugadores de cantera y pocos fichajes pero de calidad.

 

Esto significaría que la directiva que actualmente dirige Miguel Ángel Ramírez debería de tratar de continuar con  jugadores ya curtidos y profesionalizados salidos de la ganadería de Barranco Seco. Me refiero a Vicente, Tana, Dani Castellano, Momo, David Simón o hasta el propio Lizoaín. A estos, sumar dos filiales que han tenido continuidad y mostrado buenas maneras como son Benito y Éric Expósito.

 

Además y algo que no acabo de entender, ahora se ha pasado de estar a punto de la desaparición y quiebra económica, a tener superávit. Y precisamente, esas deudas obligaban a malvender. Pero ahora, ¿por qué se tiene qué vender al producto fabricado en la cantera durante tantos años?

 

Lo dicho, la Segunda no es primera, pero es Segunda... Y añado, y la Segunda española es potente. Pensemos lo que se hace y empecemos a planificar ya el regreso a la élite con tiempo, hecho éste que parece fue el inicio de este triste final.

Comentarios (1)  



LancelotDigital.com