PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

La tristeza que da el Brexit

Andrés Martinón

 

Cuando pienso que el Reino Unido se puede ir de Europa he de reconocer que me da cierta tristeza. La amenaza cada vez más cercana del Brexit me hizo recordar el año que viví allí. Dicen que uno de los principales motivos de la marcha es el hecho de querer controlar más sus fronteras y, por tanto, de protegerse de la inmigración. Nunca me sentí extranjero en Escocia. Nunca viví un episodio de xenofobia hacia mi o hacia algún español. Bueno, si apuramos la memoria, un día sí creo que el factor foráneo tuvo que ver en un no muy agradable episodio. Cuento los hechos.

 

Un grupo de amigos volvíamos de algún sitio, no recuerdo de dónde. Esperábamos una guagua en una parada. Estábamos los tres amigos españoles, un anciano y un joven un poco mayor que nosotros, calculo que tendría unos 30 ó 32 años. Estos dos últimos eran británicos y no se conocían. Esperaban también el transporte.

 

Los tres amigos conversábamos en español. Reíamos y nos sentíamos cómodos. No sé si alguno a lo mejor pisó el mobiliario urbano sin ninguna mala intención y fue ahí cuando el hombre de avanzada edad nos increpó de mala manera; con malos modales. Recriminándonos que maltratábamos la marquesina. Y ahí lanzó algún comentario de ese tipo que se utiliza cuando los racistas ejercen como tal. Algo así como “sólo vienen a nuestro país a destrozar nuestras cosas”. Respondimos como solo personas educadas habrían hecho: dijimos que no estábamos haciendo nada y el hombre continuó con una actitud más cercana al cascarrabias que al racista. Pero, bueno, ahí se mezclaba todo.

 

Y es aquí a donde quiero ir a parar. Y es que me gusta el Reino Unido por sus valores y por otras muchas cosas y porque esta historia no la iba a terminar con mal sabor de boca. Retomo el cuento.

 

Cuando el anciano volvió  a increparnos ya no nos dio tiempo para armar una nueva defensa, el joven escocés que compartía espera con nosotros y con el cascarrabias se metió en la conversación y nos defendió. Dijo lo que nosotros. Que no habíamos hecho nada; que sólo hablábamos. Dejó callado al anciano. Me imagino que llegaría la guagua y nunca pude agradecerle al joven su defensa. Podía no haber intervenido y lo hizo sin ningún tipo de contraprestación.

 

En definitiva, creo que el Reino Unido es un gran país. Siempre me he sentido bien cuando he ido. Tengo grandes amigos allí. Este último años fui dos veces, una a Londres y otra a Gales y siempre me voy de allí con ganas de volver. Por eso digo que me daría pena que el Brexit prosperara... Además, me da pereza sólo pensar que tengo que volver a sacarme el pasaporte.

Comentarios (1)