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Las patologías de la imagen

 

Por Álex Solar

 

Me afirmo en la autoridad de Román Gubern (Patologías de la imagen) para decir que no hay imágenes  ideológicamente neutras. Jugar con ellas es hacerlo con fuego y como demuestra el escritor e historiador, investigador de los medios de comunicación masivos, todos los regímenes dictatoriales clásicos del pasado reciente, desde Stalin a Hitler, pasando por Francisco Franco, tropezaron más de una vez en sus intentos de manipular las conciencias de sus gobernados. Siempre intentan mitologizar el mundo al servicio de su causa con el arma de la propaganda, basada en pasados heroicos como la Roma imperial y la raza aria. Estos mitos expresan emociones y siempre recurren a un arsenal simbólico compuesto por animales (águilas, caballos, osos) y colores vivos, vestuarios extravagantes o de origen popular (la camisa azul falangista era de los obreros industriales, la negra de los fascistas italianos la usaban humildes campesinos).

 

Pero es en el culto a la personalidad del jefe, el Führer o Caudillo, donde esta propaganda política adquiere su cariz más acentuado. A Hitler, sus artistas de cámara lo pintaban más alto de lo que era (1.65 m.) y con Franco pasaba lo mismo, como se advierte en el retrato pintado por Zuloaga y en un cómic (Soldado Invicto, 1969) en el que la estatura del Caudillo se iguala con la de Carmen Polo en una escena de la boda.

 

Hitler organizó una exposición de arte nazi en 1937 y también otra de arte “degenerado” para ajustar cuentas con los artistas judeo bolcheviques. Fue un éxito de público con unos dos millones de espectadores (y la más concurrida en la Historia de Alemania), lo que hizo a Goebbels retirarla anticipadamente, por las dudas.

 

La alcaldesa Ada Colau ha organizado otra exposición ideológica en estos días y le ha salido el tiro por la culata. Había anunciado a través de sus asesores culturales que no pretendía provocar ni ofender a nadie ya que era un instrumento didáctico para ayudar a la tan famosa “memoria histórica”. La muestra que incluye a un jinete decapitado (Franco) ha sido abucheada, boicoteada y resistida por parte de la población, que no entiende que esos desechos estén de nuevo en la calle.

 

Se han pillado los dedos, los promotores. Como el ministro de propaganda de Hitler, tan hábil en otros asuntos y momentos. Colau debería haber consultado al profesor Gubern, que poco le costaba pues lo tiene en Barcelona. Le habría advertido que las patologías de la imagen son un campo de batalla que se inició en las tinieblas del paleolítico superior y perdurarán  tanto como la propia cultura humana.

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