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Líneas rojas

Por Antonio Salazar (director de La Gaveta Económica)

 

En la ya tradicional ceremonia de apareamiento entre fuerzas que aspiran a gobernar y que estamos obligados a vivir cada cierto tiempo en Canarias, la retórica juega su papel. Así, el Partido Popular ya ha anunciado que no hay líneas rojas mientras que Coalición Canaria fantasea con la idea de un gobierno en minoría (muy minoritaria) que saque petróleo al apoyo de Ana Oramas a Mariano Rajoy. Aceptando que está bien tener predisposición al diálogo y que es conveniente no convertir en imposible un acuerdo por principios inamovibles, igualmente es cierto que el PP ha tenido una larga tradición a la hora de traicionar sus propios ideales. Fue una traición a sus principios, en el caso de tenerlos, aceptar la moratoria turística, permitir la implantación de una policía autóctona, crear una televisión y una radio vernácula, con el agravante de que ésta última comenzó a operar en plena crisis. Nada de lo anterior estuvo nunca en programa electoral alguno y cuando se les ha reprochado actuar de aquella forma, apenas si balbucean algunas excusas de mal pagador: “Había que ceder para poder gobernar”. Una versión moderna de la afirmación del único Marx que merece la pena reivindicar, el gran Groucho, sobre lo inamovible de los principios. ¿Acaso constituye obligación alguna formar parte del gobierno? ¿Si aceptar traicionar valores –el PP usa la expresión ADN para lo mismo- por acceder al machito, merece la pena hacerlo?¿Para eso se está en política?

 

Lo peor, con todo, es esa apariencia de abnegada subordinación de los populares al interés general, como si constituyese algún tipo de sacrificio manejar –en comandita- un presupuesto que frisa ya los 8.000 millones de euros al año.

 

Es desolador observar que lo que antes era motivo de crítica ya no parece inquietar a los conservadores. Si hasta hace nada era imprescindible dejar los impuestos como estaban antes de 2012, ahora se fía todo a una reforma fiscal que sabemos perfectamente será neutral a efectos de ingresos de la administración, mientras aguantamos estoicamente que el propio gobierno vulnere principios contenidos en el REF como el disponer de las telecomunicaciones con un IGIC al 0% (el anterior gobierno lo elevó al 7%). Si nuestros gobernantes no respetan nuestro fuero, ¿puede exigírsele a otros que lo hagan?

 

No solo están dispuestos a transigir con el asunto impositivo y que nos vendieron por su carácter transitorio (en 2014 tenía que haberse revertido). Desde hace ya algunas semanas no se escucha a lla dicharachera Australia Navarro criticar los chiringuitos, que es la forma educada de referirse a aquellas empresas públicas y organismos autónomos donde los políticos contratan indiscriminadamente a personal de recompensa, esto es, padres, tíos, primos y demás familiares junto a los compañeros de partido. ¿No era esa una buena línea roja? No parece que la esgriman, la idea nunca ha sido acabar con esas canonjías, más bien la sustitución de los ajenos por los ppropios. Cambiarlo todo para que siga igual, nuestro triste sino.

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