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Lo que nos espera


Por Juan Manuel Pardellas

 

A veces me pregunto qué hemos hecho para merecer esto y cuántos estamos empujando de verdad para mantener el estado de libertades y servicios al que tan rápidamente nos hemos acostumbrado. Es evidente que somos la minoría en el mundo que, a pesar de los aprietos y lo mal que podamos estarlo pasando en los últimos años, no es una situación comparable a la que se vive en muchos otros lugares.


El nivel de estándar de vida de la vieja Europa se está desmoronando. La lección del Brexit puede repetirse en Austria, Holanda y hasta Francia. No digamos qué nos espera del duelo Trump-Clinton o de lo que pueda hacer en los próximos meses un envalentonado Erdorgan. La sociedad de valores y de conquistas en favor del trabajador, de los derechos del individuo y del colectivo está cada vez más ensombrecido. De un lado, internamente. La proliferación del discurso del odio al que viene de fuera, incluso al que, siendo como nosotros piensa totalmente diferente, nos está llevando a una crispación y enfado generalizados que solo nos puede conducir a un desenlace fatal. Añadamos habernos convertido en la esperanza de millones de personas en África, América, Asia y Oriente Medio, que aspiran a formar parte, aportar y disfrutar de nuestro estilo de vida, de nuestras ropas, coches, educación, medicina, servicios sociales, con los que les hemos bombardeado un día tras otro desde su infancia a través de series de televisión, películas y nuestras estrellas del fútbol.


Me preocupa toda esta deriva y que no estemos prestando toda la atención posible. Y que malgastemos el poco y precioso tiempo que tenemos en disputas internas, en ponernos la zancadilla en disfrutar con el error ajeno. Me preocupa, por ejemplo, que la oposición al Gobierno de Canarias no venga de los grupos en el Parlamento, sino del Cabildo de Gran Canaria, una institución que históricamente tenía un protagonismo secundario frente a la fuerza del Ayuntamiento de Las Palmas. Pero hoy ya no es así.


Me preocupa que no promocionemos el talento y que sigamos dando la espalda a África. Por ejemplo, los hechos demuestran que seguimos sin creer en la fuerza motriz de nuestros más de dos millones de personas, en su capacidad para crear, transformar o simplemente empujar. En la necesidad de liberar de tanta burocracia, impuestos y gilipolleces a tanto autónomo y pequeño empresario para sostenimiento de una administración que cada día crece más, llena de sueldos para toda la vida, a la que sostienen cada vez menos contribuyentes. De todos los problemas que copan los titulares de los medios, ni media línea se dedica a la reducción de lo público o a la certificación de que su trabajo realmente está contribuyendo a ser un pueblo moderno.


Vaya a realizar cualquier trámite con la administración y comprobará que no le bastará con una sola mañana. Y, mientras tanto, es usted, que se la juega cada día para mantener su negocio, el que tendrá que dejar de trabajar una, dos o tres mañanas para acercarse a la ventanilla de ellos. Y así nos va.


Hoy no he encontrado una sola razón para sonreir. Es evidente que necesito unas vacaciones. Eso haré. Y espero que ustedes, también.

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