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Luego, mejora

Mar Arias Couce

 

Cuando era pequeña quería ser mayor para poder hacer cosas que no me dejaban hacer. Tampoco eran grandes cosas. Quería que me dejaran ver la tele más tiempo. Quería poder comer lo que me daba la gana y no tener que comérmelo todo siempre, ni cenar o desayunar las espinacas si no me las comía, cosa que ocurría con frecuencia porque era una niña horrible para comer y mi madre era muy seria con el tema. Luego, el universo se vengó posteriormente dándome un hijo igual o peor. Supongo que es lo justo. El Karma.

 

Quería ser mayor para leer libros que no me dejaban leer porque era pequeña. Quería ser alta (eso nunca ocurrió). Quería llevar tacones (eso sí). Pero, sobre todo, quería no dormir sola. Tiene su lógica, no es que fuera una niña muy madura y ya estuviera pensando en chicos. No, es que soy hija única y mi casa de la infancia tenía un pasillo infinito, a mí me lo parecía, que había que recorrer para llegar a las habitaciones. Mis padres, de noche, se quedaban en el salón, y yo permanecía en la otra punta de la casa, sola, con mantas y ropa encima de la cabeza de mis muñecas (por si les daba por ponerse a hacer cosas, para no verles la cara de asesinas) y la luz del pasillo encendida.

 

Tampoco ayudó mi padre que, siendo muy pequeña, y estando mi madre con sus alumnas en un viaje de fin de curso a Italia, se le ocurrió llevarme a ver una película titulada “El triángulo de las Bermudas” o algo así, cuya trama era que una muñeca, que metía una niña en un barco, se cargaba a todo el pasaje. La muñeca en cuestión, una idéntica, estaba sentada en la silla de mi cuarto y era un poco más pequeña (de tamaño) que yo. Mi padre se quedó frito y yo tuve pesadillas con aquella película hasta bien entrada la adolescencia. De hecho, ya tenía novio y seguía tapando la muñeca con una camiseta para que no me mirara. Me daba pavor. Quién me iba a decir a mí que, con los años, iba a ser una adicta a las historias de miedo, películas de terror y cuentos varios.

 

En aquella época quería crecer porque creía que lo bueno llegaba luego. Tenía prisa por recorrer los tramos. Ahora añoro aquellos años. Los juegos, la inocencia, las personas que estaban y ya no están… a veces me gustaría poder volver por un corto periodo de tiempo a aquella época y ver la cara de mis padres cuando tenían la edad que yo tengo ahora para darme cuenta de que no eran tan mayores como yo creía. Ni sabían tanto de la vida como yo pensaba. Probablemente les pasaba como a mí ahora cuando me toca enfrentarme a obstáculos no esperados en el camino, tiraban para delante esperando acertar. Y lo hicieron sin duda.

 

Si volviera a ser pequeña miraría a mis muñecas cara a cara, me comería las espinacas y no haría bolas infinitas con la carne (igual así, sí hubiera crecido), apagaría la luz del pasillo y dormiría sin temor a nada porque ya estaba con las personas que mejor me podían cuidar. Si pudiera hablar con mi yo de siete años, me diría: no te preocupes, no tengas miedo, tenías razón, luego mejora.

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