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Ni si, ni no...sino todo lo contrario

 

Por Alex Solar

Michael Ende , escritor alemán conocido por La Historia Interminable, dejó en su Carpeta de Apuntes , compendio de baladas, relatos, poemas y canciones, esto que parece un chiste pero es un ejemplo de cómo se puede retorcer la lógica y el lenguaje, algo en lo que son expertos nuestros gobernantes. No he resistido la tentación de reproducirlo in extenso:


“Un juez conminó al acusado, durante el juicio a que respondiese a sus preguntas diciendo claramente sí o no.
-No puedo-replicó el acusado.
-¡Tonterías!-dijo el juez-se puede responder a cualquier pregunta sí o no.
-¿Puedo hacerle a Ud. una pregunta?
-Pues claro-dijo el juez.
-Señor juez, ¿ha dejado usted de vapulear a su mujer noche tras noche?”

Ende, luchador antinazi en sus años mozos, escribía literatura para niños pero su creación no era nada “infantil”. En 1984, una década antes de su muerte, decía en una entrevista a un diario español que atacaba en sus libros a un sistema a punto de hacernos caer al abismo, y señalaba al sistema capitalista. De su sinrazón y su inviabilidad , vaticinaba, nos daríamos cuenta al cabo de diez o quince años. En este plazo no hemos transformado el mundo, pero sí lo hemos cambiado. A tal punto que, como también nos advertía el escritor alemán, necesitaríamos desesperadamente encontrar otro.


A mí me gustaría escapar de éste. Desde que empezó la frenética actividad alrededor de Cataluña, cambio de un canal a otro y encuentro las mismas caras vociferantes en platós que me recuerdan a las jaulas de las perreras y sus ladridos.


Qué decir de los palabros nuevos: “equidistante”, por ejemplo. Va acompañado de una mueca sardónica y supongo que los “conversos” designan a los “infieles” de esa manera, como antes los prosélitos de las dos grandes sectas monoteístas a los que no creían en sus dioses. La religión fue creada por el hombre para aglutinar al pueblo bajo el poder divino y todas las identidades nacionales derivan de esta invención , por lo que están nimbadas de un aura sacral. Por eso, me declaro equidistante de todo nacionalismo y todo credo.


Vivimos en la sociedad de la sospecha. Una abuela pierde momentáneamente a su pequeña nieta en un local y se monta la de Dios es Cristo, en un santiamén cunde la alarma y un familiar de la desparecida durante tres minutos manda mensajes alarmistas acusando a la mujer a la que siguió la nena despistada de posibles conexiones con una mafia de secuestradores de niños.


Hablando de secuestros, leo que un joven de Valterra permanece “secuestrado” en su propia vivienda , por culpa de una vecina, y luego por la burocracia que impide que un ascensor ponga fin a sus padecimientos.


“¡Sálvame, oh Dios, que estoy con el agua al cuello!” (Salmo 69).

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