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No hay margen para subir impuestos

Antonio Salazar

 

 

El Gobierno español tiene ante sí un desafío colosal. Pretende aumentar el gasto público para crear un “escudo social” o intentar que “nadie quede atrás” y, al tiempo, impedir que el binomio deuda-déficit se dispare. No lo tiene sencillo, sin duda, pero tampoco es que ponga mucho de su parte para acometer el reto. Lo que nos repite con frecuencia es que la solución pasa por igualar la presión fiscal española con la promedio de la UE. ¿Qué habría de malo? Si esos son países prósperos, ¿por qué no elevar nuestra presión fiscal hasta ese punto y convertirnos también nosotros en modelo a seguir? Pasa por alto, quienes así razonan, que un elevado gasto público sólo es posible en países que previamente han acumulado capital y riqueza, es imposible redistribuir lo no creado antes. Además, esa fantasía tan presente entre nuestros burócratas (da igual el partido, el impagable -sobre todo- impagable Montoro repetía que España no tenía más problemas que los derivados de sus bajos ingresos) es falsa: España presenta un desvío de 5,1% sobre PIB, lo que a efectos del año 2019, supondría la nada despreciable cifra de casi 64 mil millones de euros. El problema, con todo, es que medir ingresos fiscales sobre PIB nada indica. El esfuerzo fiscal sí informa sobre la naturaleza del problema.

 

Si tomamos en cuenta el peso de la tributación sobre la renta per capita de los españoles, no solo no tenemos una diferencia desfavorable, es que estamos siendo muy castigados fiscalmente. España está un 10% por encima de la media de los países que integran la OCDE, es decir, nuestra carga tributaria es notablemente superior a la existente en esos otros países industrializados.

 

Estamos en un momento muy complejo en el que equivocar la política fiscal puede suponer nuestra condena a un escenario de empobrecimiento generalizado y persistente. Es pertinente ser responsables y consecuentes, es preciso ayudar a quienes peor lo están pasando -y que tienen para largo, previsiblemente- pero no de manera alegra, frívola e irresponsable. Hay una serie de impuestos que quizás admitan una elevación -el IVA de algunos productos de tipo superreducido o reducido, las cotizaciones sociales a cargo del trabajador o crear impuestos especiales relacionados con el medio ambiente- pero no mucho más. No hay un Bálsamo de Fierabrás que aplicar a los ricos y acabar con los problemas.

 

 

Sí que hay margen, aunque apenas se hable de ello, para reducir el gasto político y mejorar la eficiencia de toda la burocracia. Y, desde luego, no Jaber permitido que nuestros déficits público se desaten y lleguemos a una deuda del 100% sobre PIB (Alemania entra en esta crisis con apenas el 60%). Existe una forma distinta de hacer las cosas pero no parece que se hayan enterado.

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