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No tengan hijos  

 

Guillermo Uruñuela

 

Mientras redacto estas letras a pocos metros, en la terraza, tengo a “La Pantera” que actúa como portero y a “El Pistolero” que golpea una pelota que le llega aproximadamente por encima de la rodilla. Cada pocos minutos acuden a mí para decidir si fue gol o palo, sometiéndome a una presión indescriptible porque ni con VAR uno es capaz de acertar. Todo ello acompañado de unos acordes desagradables de llanto y queja. Suelo zanjar el asunto en tablas y con una repetición que volverá a producirse en un breve espacio de tiempo.

 

No tengan hijos. Cuestan mucho dinero. No tengan hijos porque pasaran años arrastrando cansancio fruto de una falta de sueño casi constante. No tengan hijos porque ya no podrán distribuir su tiempo libre como les gustaría. Tendrán que trabajar fuera de casa, en el hogar y en sus momentos desocupados, realizarán castillos de arena, peleas de espadas, partidos de fútbol, excursiones aptas para patas cortas y por supuesto estarán obligados a conocer con detalle los entresijos de todas las series infantiles; porque te preguntarán el motivo por el cual el mono Silvestre y la gallina Eustaquia ya no mantienen una relación tan cercana como antaño.

 

No tengan hijos porque los abuelos ya no actúan como tal. Están desgastados por el trabajo o en pleno ocaso laboral y sus funciones no van más allá de cuatro regalos y diez minutos hasta que uno llora o grita más de la cuenta. Los tíos entre ocupaciones, viajes y cenas con amigos estarán dispuestos a ceder el tiempo suficiente para un par de fotos, así molonas, antes de llamar con urgencia al padre o a la madre de la criatura que se acaba de mear encima.

 

No tengan hijos. Ya no hay pandillas para jugar en la calle. De esas que se iban a las cuatro de la tarde y volvían a las diez, con sudor y rotos en los pantalones de tirarse para detener ese último tanto que era el que decidía el envite. No tengan hijos porque limitarán su capacidad de crecimiento profesional. No los tengan porque, en ocasiones, trabajarán para costear a un cuidador. Si deciden concebirlos tengan en cuenta que cada viaje será mucho más costoso con el alquiler de coche oportuno en el cual no alquilas el vehículo sino las sillas de los niños; al final no se desplazarán.

 

Pese a todo lo anteriormente expuesto y contando con que el chiringuito está montado en contra de la biología humana, no me queda más remedio que animarles a ser padres porque será el mayor de sus logros vitales. Los hijos son la mayor incoherencia de la humanidad.  

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