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“Nosotros no hacemos estas cosas”

Francisco Pomares

 

Desde esta misma tira salude la llegada de Marta Arocha, una profesional reconocida, a la dirección general de Dependencia. Pocos días después de tomar posesión, la nueva directora, se reunió con trabajadores de su departamento, para explicarles su plan de actuación. Fue clara y precisa: les dijo que no pensaba seguir en el cargo más allá de un año, y que acabar ese tiempo, su objetivo era que hubieran mejorado sustancialmente los pésimos datos de Dependencia. 

 

Arocha es perfectamente consciente de la gravedad de la situación: a pesar del aumento de los recursos destinados a reducir el tiempo que esperan las personas dependientes, Canarias cerró el año pasado con un aumento de más del 23 por ciento el número de peticionarios que se acumulan sin ver resueltos sus expedientes, que ronda ya las diez mil personas. Canarias, es hoy la primera región española que cuenta con más gente –un 23 por ciento de los peticionarios- instalados en el ‘limbo de la dependencia’, casi 3.600 personas. El informe de cierre de ejercicio de la Asociación de Directores y Gerentes en Servicios Sociales, asegura que el pasado año murieron hasta 3.200 personas que estaban a la espera de ser atendidas, 1.107 en el ‘limbo’ y 2.095 in valorar. Los datos de Canarias, junto a los de Cataluña y La Rioja, han sido los peores, y han lastrado el cumplimiento del objetivo de incorporar al sistema nacional 60.000 peticionarios, establecido por el Ministerio de Derechos Sociales. Los malos resultados de las tres regiones ya citadas redujeron en más de un tercio las cifras previstas y comprometidas.

 

Quizá por eso, Arocha adelantó a sus trabajadores que este 2022 había que centrar todo el esfuerzo en reducir las listas de espera, y que para hacerlo había que evitar incorporar a la lista a más gente hasta que se produzca su reducción. Anunció que todos los empleados se centrarían en reducir la lista, para lo que se contaría también con los equipos dispuestos para tramitar nuevas incorporaciones. Un truco malabar: la lista de espera tiene un lugar por donde crece, que son las nuevas incorporaciones, y otro por donde disminuye, que es la gente que acaba siendo finalmente clasificada e incorporada (o no) al sistema, en función de su expediente. La lista funciona como un recipiente. Si se deja de introducir agua en él, pero hay un agujero de salida por donde se escapa, al final el recipiente se seca bastante más rápido que si sigue entrando agua. El objetivo planteado por Arocha a los suyos es el de vaciar la lista, todo lo que se pueda, en un año, taponando su acceso.

 

Por supuesto, hubo protestas y malestar entre los empleados y algunos protestaron por intentar imponer una práctica que permite “ofrecer buenos datos”, pero mantiene el problema igual, sólo que fuera de cuentas, fuera de la lista. Si se impide crecer la lista no aceptando nuevos peticionarios, la lista se reduce velozmente. Pero los que están fuera del sistema siguen sin recibir la ayuda de la dependencia, y siguen muriéndose igual. Personalmente creí que había que dar un margen de confianza a la nueva directora general venida a salvar el desastre provocado por su predecesor. Pero ese margen había de servir para simplificar los procedimientos y avanzar hacia la prescripción social del profesional de referencia, como requisito único para acceder a las prestaciones. Lo otro es ingeniería contable.   

 

Ayer, el presidente Torres aseguró en unas declaraciones radiofónicas que el objetivo de la Consejería era reducir los datos de la lista de espera. Le pregunté si pensaban hacerlo no tramitando nuevas incorporaciones, como dicen los trabajadores que les planteó la nueva directora general. Torres fue categórico: “nosotros no hacemos eso”, dijo. Y yo le creo. Desde luego que sí. Pero este año vamos a estar pendientes de cuanta gente se incorpora a la lista, además de contar como hasta ahora a los que salen.

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