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Otra foto de Las Teresitas del futuro

Por Francisco Pomares 

 
Leo en el periódico que el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ha presentado por fin el plan especial de ordenación de Las Teresitas, encargado a Gestur, que incorpora cubrir la playa y sus aledaños de miles de metros cúbicos de arena rubia, hasta ampliar la superficie arenada en 11.000 metros cuadrados más. La playa tendrá además un hotel de titularidad pública (que será explotado por una empresa privada) con capacidad para 400 camas, y contará con 1.200 aparcamientos que el alcalde dice que serán gratuitos.
 
 
Se trata de una buena noticia, y yo soy un firme defensor de las buenas noticias: creo que el periodismo no puede basarse en contar solo lo malo que nos pasa, porque al final, acabaremos creyendo que todo lo que nos pasa es malo. La cuestión es que informaciones más o menos parecidas a esta sobre Las Teresitas se han publicado ya centenares, y no sólo a cuenta del proceso de compraventa de la playa y el famoso "pelotazo de libro". Ese asunto irá a juicio en septiembre, y dará que hablar lo suyo. Pero ahora se trata de otra cosa. Se trata de que -bien por las irregularidades en la compra, por el escándalo o la investigación, bien por la crisis, bien por la abulia que caracterizó al ayuntamiento durante los últimos años del alcalde Zerolo- el hecho es que ninguna de las informaciones que se ofrecen desde el Ayuntamiento sobre el futuro de la playa resulta demasiado confiable. Llevamos años escuchando hablar de lo que va a hacerse en Las Teresitas, años en los que nos hemos despertado con noticias, debates, comentarios, proyectos de arquitectos mundialmente reconocidos, fotografías virtuales, planos y simulaciones. Maquetas de cómo quedará la playa yo debo haber visto en los últimos 30 años más de una docena, una por cada etapa de gobierno municipal, otra por cada campaña electoral. Aunque en las campañas, sobre todo desde que Nacho González volvió a poner el asunto de moda, ha sido más frecuente la ilustración de la otra playa urbana de Santa Cruz, esa imaginaria y recurrente que iría desde el Auditorio Adán Martín hasta la desembocadura del barranco de Santos, algunas veces, y otras veces se nos presenta cubriendo armoniosamente todo el Muelle Norte, desde la Plaza de Candelaria al Club Náutico. La primera vez que vi publicada la noticia, ocupando la portada y dos páginas interiores completas del periódico, fui yo quien la había redactado. Y eso ocurrió hace casi veinte años.
 
 
Desde entonces, las obras en playas que dejarán nuestro litoral irreconocible se asoman cada pocos meses a la actualidad informativa, pero lo único que hasta ahora se ha hecho en Las Teresitas (la playa que tenemos) ha sido comenzar a construir un edificio de aparcamientos y tomar luego la decisión de tirarlo. Por cierto, que en el proyecto de Gestur, vuelven a hacer un aparcamiento subterráneo y un centro comercial -lo que debía haber sido el Mamotreto- más o menos en la misma zona que estaba...
 
 
Un amigo, escéptico profesional de todo lo que tenga que ver con las obras anunciadas, cree que este último proyecto es un nuevo "déjà vu" de los anteriores. Mi colega roza la cuarentena: creció con las promesas municipales sobre el futuro de la gran playa chicharrera y está absolutamente convencido que sus hijos tendrán que crecer escuchándolas también. Ojala se equivoque. Aunque yo no apostaría contra él.

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