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Pensiones

 

Por Francisco Pomares

 

 

Un informe sobre la reforma de las pensiones, realizado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, desvela un panorama bastante siniestro de lo que podemos esperar en materia de pensiones, y eso sólo con la aplicación de las dos reformas del sistema planteadas por el PSOE de Zapatero en 2004 y por el PP en 2013. La aplicación de esas reformas supone el retraso de hasta dos años en la edad de jubilación -prevista en la de Zapatero-, la desvalorización de las pensiones, que crecen menos que la inflación, y -sobre todo- el ajuste de las pensiones a la esperanza de vida, una auténtica bomba de relojería colada casi sin oposición por el PP que comenzará a aplicarse a partir de 2019, y que va a provocar que la población actual de mediana edad -las personas que hoy cuentan entre 32 y 52 años- acaben recibiendo menos ingresos por jubilación que quienes les precedieron. Dicho de otra forma: con las reformas ya realizadas, los trabajadores tardarán más en jubilarse, y eso reducirá la presión económica de las pensiones sobre el Tesoro en torno a un diez por ciento. Pero además, la reforma introducida por el PP, al suprimir una revalorización vinculada a la inflación, provocará reducciones de entre el 25 y el 30 por ciento a los pensionistas que más tiempo vivan (sólo en los tres últimos años, la pérdida de poder adquisitivo ha sido del 1,6 por ciento), además de empujar un cambio radical en la tendencia actual: quienes nacieron antes de 1965 seguirán viendo crecer sus pensiones por encima de lo que percibían los pensionistas anteriores. Pero a partir de ahí, los nacidos después de esa fecha cobrarán menos de lo que cobraban los anteriores... Quienes más notarán esa merma en las pensiones serán precisamente quienes más hayan cotizado a lo largo de su vida, los perceptores de salarios más altos, quienes hoy cobran pensiones de 1.500 euros o más, que suponen el 18,5 por ciento del total de los jubilados, una quinta parte.

 

 

 

 

Durante años, mucha gente, especialmente los más jóvenes, han creído la especie alarmista de que las pensiones se derrumbarían y millones de españoles dejarían de cobrarlas. Se esperaba que eso fuera resultado de decisiones a adoptar en el futuro, ante la imposibilidad de atender los compromisos de la Seguridad Social. Hoy sabemos que lo que ocurrirá serán otras cosas. La primera, que será directamente el Estado y no la Seguridad Social quien responda del funcionamiento del sistema, porque los ingresos que lleguen a la Seguridad Social vía retención no serán suficientes: los salarios serán más bajos, habrá menos trabajo y menos cotizantes. Atender desde el Estado a los pensionistas obligará a recortar en otros asuntos. Lo segundo, que las pensiones altas disminuirán de forma gradual, pero rápida, en veinte años. Probablemente el Estado acabe por reconocer dentro de dos décadas una pensión con apenas tres o cuatro categorías, desde la mínima hasta la máxima y poco más. Quienes creían que el efecto sobre las pensiones tendría que producirse como consecuencia de una futura reforma ya saben que no va a ser necesariamente así.

 

 

 

 

Con la reforma aprobada por el PP, todos los que hoy tengan menos de 52 años cobrarán hasta un 30 por ciento menos de lo que cobra hoy un jubilado que cotizaba lo mismo que ellos. Quienes puedan permitírselo, que se vayan haciendo un plan privado de pensiones o compren una propiedad para alquilarla y complementar rentas.

 

 

 

 

La reforma de las pensiones se produjo ya en 2014. Y no nos habíamos dado cuenta...

 

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