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¿Qué fue de la reducción burocrática?

 

Antonio Salazar

 

Los clientes de negocios del banco ING recibieron, días atrás, una comunicación en la que se les anunciaba el cese de operaciones. Explicaban, con fastidio, que eran incapaces de ofrecer el mismo tipo de servicios que recibían los clientes particulares y de satisfacer las expectativas que la reputación del banco había trasladado a las empresas que habían suscrito con ellos distintos productos. Aunque alguna prensa económica se escandalizó y tituló que obligaban a sus clientes a buscarse un nuevo banco, quizás lo sustantivo no sea esto. Lo importante en un mercado libre es que si no se ofrecen los servicios que los clientes demandan, éstos buscarán alternativas que sí lo hagan y las empresas deberán adecuarse a las cambiantes condiciones del mercado, sensu contrario, cerrarán. En el banco holandés lo han descubierto de manera dolorosa al reconocer su inepcia en el mercado corporativo.

 

Pensemos lo que ocurre en otro ámbito, el público.¿Cuál es el tipo de reacción de los burócratas de toda laya ante sus propias ineficiencias?. Nos ayuda Milton Fridman, quien dijo aquello de que las empresas que dejan de prestar servicios valiosos cierran, mientras que las públicas, en el momento en que fracasan -una constante-, se amplían. Un político jamás reconocerá un fracaso, siquiera de forma retórica, no enviará una carta a los esforzados pagadores de impuestos disculpándose por arrebatarles violentamente sus ingresos, ganados siempre esforzadamente, y mal emplearlos en aventuras muchas veces extravagantes. Incluso cuando se detecta una ineficiencia, lo que se sigue es prometer que se puede corregir y para ello otorgarle una dimensión mayor. Tiende a ser explicado por la escasa dimensión del asunto o los pocos recursos dedicados a tal fin. La experiencia nos enseña que el problema aumenta de tamaño, las pérdidas se incrementan y ellos siguen instalados en sus confortables, mullidos y bien pagados sillones con la misma displicente actitud que tenían los músicos del trasatlántico “Titanic”.

 

 

La Ley de Parkinson, también conocida como Ley de la trivialidad y que fue  enunciada por CyrilNorthcode Parkinson, sostiene que es un error creer que el tamaño de la burocracia tiene que ver con el trabajo y las funciones que debe desarrollar porque no se relacionan en absoluto. De hecho, tras estudiar los ejemplos que le brindaba la Marina británica al reducir el número de barcos, oficiales y marineros pero aumentar en funcionarios, concluyó con dos afirmaciones axiomáticas: “todo funcionario necesita multiplicar el número de subordinados, no el de rivales” y “los funcionarios se crean trabajo unos a otros”. Sería muy pertinente tenerlo en cuenta porque resolviendo en falso la crisis del 2008, no hemos avanzado nada en la necesaria reducción burocrática. Si tuviesen razón quienes dicen que gobiernan como una empresa privada, bien harían en demostrarlo de manera práctica: cierren por incompetentes.

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