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Rebelión interna y la inestabilidad

Por Antonio Coll

 

 

Quizás cuando esta crónica política salga publicada, muchos pormenores de la revuelta estallada en el PSOE del Reino de España -y Canarias-, queden aclarados o todo lo contrario. Las últimas declaraciones de Felipe González, manifestando que Pedro Sánchez le ha engañado, cuando le dijo que se iba a abstener en la segunda investidura de Mariano Rajoy, han encendido todas las alarmas, en el ámbito interno del propio partido. El panorama ahora ha cambiado y ya las actitudes de barones y cargos orgánicos, son más visibles y reales, en cuanto a frenar las aspiraciones “utópicas” del secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez. En este sentido, se ha constatado que media ejecutiva federal ha amenazado con dimitir para forzar la dimisión de Sánchez. Porque el problema del líder socialista es que quiere abanderar la “vanguardia izquierdista” en el Reino de España y optar por la presidencia del gobierno español, con sólo 84+1 (NC) diputados. Para ese “gobierno alternativo” necesita, al menos, de 91 parlamentarios más para sumar la mayoría establecida en 176. Para ello necesita contar con el apoyo de Podemos y sus conglomerados, además de los independentistas catalanes, Bildu y PNV. Las posibilidades aritméticas existen pero con el riesgo de convertir el Reino de España en un infierno y esa propuesta tiene todos los ingredientes para conseguirlo. Todo el mundo sabe que un partido histórico –social como el PSOE no puede arriesgarse a unos experimentos, sin conocer los graves efectos secundarios que ello traería. Entre ellos, la desintegración del Estado estaría en la lista de los más peligrosos. Por eso, una parte de los socialistas entienden que si Sánchez no se modera, la única opción es presionarle para que dimita. El escenario político y económico global del Reino de España exige con toda urgencia la conformación de un gobierno, presidido por Mariano Rajoy, porque como dice Felipe González: “No se le puede faltar al respeto a los ciudadanos que han votado al PP, y desde luego no lo puede hacer el secretario general de mi partido”. “Entiendo que es el inmovilismo personificado, pero nosotros estamos ante la decisión, no digo de apoyarle pero si dejarle gobernar”.

 

En Canarias, después de un periodo más o menos, tranquilo y recuperando posiciones y cicatrizando heridas, en sus relaciones con Madrid, la brecha abierta en la moción de censura de CC al alcalde socialista en Granadilla de Arona, le ha dado pie a los socialistas que quieren romper el pacto CC-PSOE, para liquidar a la vicepresidenta Patricia Hernández, con el objetivo de posicionarse y controlar el partido. Sea como fuere, anticipo que la inestabilidad política está a la vuelta de la esquina. Cuando más se necesita la gestión pública para adaptarse a las nuevas tendencias y transformaciones, con el objetivo de resolver los múltiples problemas del archipiélago, entre ellos el desempleo, algunos políticos se entretienen a jugar al parchís. No está Canarias para una parálisis en sus instituciones y, además, con el añadido que la ruptura del pacto en el gobierno, puede desencadenar otras inestabilidades en los ayuntamientos y cabildos. Reclamar racionalidad, pragmatismo y sentido de estado, cada día está, infinitivamente, más difícil. Los movimientos populistas y revolucionarios anti-sistema, siempre están al acecho cuando la clase dirigente tradicional se olvida de sus responsabilidades y aparca la gestión pública, quebrando el propio sistema democrático y social. Vivimos en un mundo complejo pero no podemos permitir que los actuales políticos construyan un país temeroso de su futuro. El Reino de España y Canarias se tienen que alejar, lo antes posible, de esa espiral tenebrosa que solo crea tensiones y rupturas.

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