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Sin rumbo

Por Antonio Salazar

 

El nombramiento de Luis de Guindos como nuevo vicepresidente del Banco Central Europeo pone de manifiesto las enormes contradicciones que seguimos viviendo en el viejo continente. De un lado, tenemos una entidad que, junto a los bancos centrales nacionales, son teóricamente independientes de los gobiernos de los países que conforman la zona euro. Así que alguien pase sin solución de continuidad desde un gobierno como el español al segundo escalón del Banco Central quizás debería ser explicado convenientemente, si alguna vez alguien se tomase la molestia de explicar las cosas. Pero, que no cunda el pánico, las funciones del Banco Central Europeo más allá de mantener la estabilidad de los precios, pasan por el desarrollo sostenible de Europa basado en un crecimiento económico equilibrado y en una economía social de mercado altamente competitiva, tendente al pleno empleo y al progreso social, que dice el artículo 3 del Tratado de la Unión Europea y al que remite los Estatutos del Sistema Europeo de Bancos Centrales y del Banco Central Europeo. Con esto entendemos que, ni puede ser independiente ni estuvo nunca en el espíritu de nuestros burócratas que lo fuese. Una cosa es hacer creer a los alemanes que se creaba a imagen y semejanza del Bundesbank para convencerlos de su pertinencia y otra bien distinta es permitir ese tipo de alegría.

 

Pero, no es solo esa supuesta independencia lo que llama la atención, también los intereses cruzados de los partidos políticos para colocar o evitar la elección del español, unos ponderando que sea de aquí y los otros atribuyendo mala praxis o nulos conocimientos a de Guindos para optar al cargo. En un caso y en el otro cabe plantarse. Si algo nos han vendido de forma machacona es la idea de una Europa unida, donde lo particular se subordina a lo general. El que alguien sea de España no debería tener más importancia que si el elegido es Irlandés pero nos hemos empeñado en medir la importancia de los gobiernos por su influencia a la hora de incorporar burócratas a esa enorme red de burocracia que es la Unión Europea. Es decir, Europa funciona para unos casos y para otros lo decisivo es la apuesta local. Luego vienen los lamentos por el escaso arraigo entre los ciudadanos de una conciencia europea o mal interpretar que los votantes de países miembros decidan irse cuando son consultados. Pero, también es potente el argumento de aquellos que han pretendido descalificar la capacidad del Ministro de Economía de estos años, particularmente los socialistas que fueron capaces de colocar a Magdalena Álvarez en el Banco Europeo de Inversiones o a las impagables, sobre todo impagables Bibiano Aido o Leire Pajín en confortables despachos en Nueva York. Incluso un personaje como José Blanco, sí, ese José Blanco, dijo que De Guindos había quebrado el banco para el que trabajaba (en referencia supuesta a Lehman Brothers, solo comprensible para aquellos iniciados ya que la pronunciación del que fuera Ministro de Fomento invitaba a cualquier elucubración).

 

En definitiva, un desatino de perra chica como viene siendo últimamente todo lo relacionado con la política en nuestro país, con debates trasnochados y de escaso calado. Es posible que el señor De Guindos reúna las condiciones para un cargo de ese nivel, incluso pasando por alto su más reciente estancia en el gobierno de Rajoy pero, a decir verdad, la ganancia para España de esta designación es imposible de cuantificar y es bueno que en instituciones que se diseñaron para que fuesen supranacionales así sea. Por tanto, ganar, lo que se dice ganar, lo hará el afortunado ungido a tan importante cargo que verá incrementar su nómina desde los casi 70 mil euros al año a los más de 300.000 a partir del próximo mes de junio.

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