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Stratvs se defiende ante una acusación inquisidora

Por Antonio Coll


Estudios históricos hablan de que “La Roma imperial cayó cuando se transformó en espectáculo decadente”. En una reflexión serena y comprobando como se viene desarrollando el juicio contra Bodegas Stratvs, la frase citada tiene algo de similitud con la causa que se inició el lunes 19 de junio. La acusación particular de la fantasmórica asociación, llamada “Transparencia Urbanística”, - de la que ya en múltiples entregas anteriores expuse mi opinión-, viene a reafirmar en el juicio que su constitución, en el 2008, tenía solo como objetivo la persecución del emblemático empresario lanzaroteño, Juan Francisco Rosa y no el “caso Unión”. Todas sus acciones desde su implantación así lo ponen de manifiesto. Bien es sabido que detrás de ella se esconde, supuestamente, un ente fundacional que, desde hace mucho tiempo, se ha alejado de sus principios y de la misma sociedad lanzaroteña. La auto-titulada “Transparencia Urbanística”, compuesta por no más de cinco elementos, supuestamente, mercenarios, se encamina, con pasos acelerados, hacia el precipicio, después de comprobarse, en el propio juicio, clarividentes dudas sobre la licitud de la denuncia, las grabaciones aportadas, en su totalidad “insustanciales” y realizadas, al parecer, sin autorización judicial. Incluso, en la causa, el propio abogado de los que se autocalifican de “transparentes”, Javier Díaz Reixa, no pudo explicar la posesión del expediente de Stratvs, cuando se había decretado el “secreto sumarial” por parte del juez.

 

Esta perturbadora acción es una más de las que pone en evidencia el “modus operandi” de “Transparencia Urbanística” y de los influyentes patrocinadores. Su obsesión de perseguir a Juan Francisco Rosa, movida por “bajas pasiones” y codicia, se percibe como en la antigüedad, similar a las recreaciones en los circos romanos, en la que se le ofrecía al pueblo confrontación y sangre, a través de los “condenados” gladiadores. El comportamiento de la asociación y su séquito también tiene la similitud de la “Inquisición” de la Edad Media”. No es para menos. La actitud de estos “modernos” inquisidores” nada tiene que ver con la naturaleza y el medioambiente.

 

Se presentan bajo esa apariencia “ecologista”, para enmascarar su rancia y decadente ideología, basada en el mercantilismo puro, con un “autoritarismo” que inquieta a muchos sectores de la sociedad lanzaroteña, por la confusión y alarma que provoca sus irracionales actuaciones. Ya hace tiempo se viene detectando, por parte del gran público, la quiebra de la “verdad” que dicen defender porque su fondo está plagado de mentiras y sensacionalismo, en un conflicto permanente contra el empresario lanzaroteño, J.F. Rosa que, paradójicamente, todas sus obras tienen un sello muy especial con el binomio “Naturaleza-Hombre”, tesis defendida por el propio artista César Manrique. Esto es evidente. La calidad arquitectónica y medioambiental de Bodegas Stratvs, Hotel Princesa Yaiza, Finca de Uga, entre otras, nadie lo pone en duda. Otra cuestión es la maraña burocrática y normativa en el ámbito urbanismo y zonas sensibles territoriales, que eternizan los proyectos y licencias y, por contrapartida, ponen freno a las inversiones y creación de puestos de trabajo.

 

La nueva Ley del Suelo, aprobada estos días por el Parlamento de Canarias, -CC-PP-ASG- es un paso muy relevante para la seguridad jurídica de potenciales promotores e inversores y, además, atiende a las necesidades del sector agrario. En definitiva, viene a mejorar el desarrollo sostenible, simplificar y agilizar las cuestionadas normativas actuales, en los ámbitos urbanísticos y territoriales, sin que la ecología integral se vea afectada.

 

Y para terminar, al menos por ahora, solo es de esperar que las resoluciones del juicio sean favorables a Bodegas Stratvs y se cierre un episodio que solo perjudica el interés general de la isla. Y que las posiciones fundamentalistas e inquisidoras vayan desapareciendo con el paso del tiempo, hasta que sean aplastadas definitivamente. Porque son cansinas, irracionales, disparatadas y contradictorias. Estamos en el siglo XXI, no en la época medieval y oscurantista.

 

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