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Tiempo voraz

Por Usoa Ibarra

 

Les hago una confesión y entono el “mea culpa”, porque yo también practico el periodismo que prioriza lo urgente a lo importante. Hace tiempo que el periodismo parece haber entrado en una especie de espiral apocalíptica, que se retroalimenta de sensacionalismo y mucha paja, y que es capaz de desplazar (de lanzar fuera de la órbita pública) todo lo que no sea muy polémico o muy urgente.

 

El periodista, bueno o malo, realiza un ejercicio muy personal del oficio, ya que no deja de ser un observador subjetivo y al mismo tiempo un librador de batallas. La primera de ellas es la de desarrollar una profesión en el espacio-tiempo de lo ultrainstantáneo. Actualmente no se concibe que los medios de comunicación no ofrezcan novedades y que la realidad periodística no esté en movimiento constante persiguiendo la última hora.

 

La capacidad de improvisación es muy alta en esta profesión, pero especialmente, porque tenemos que ser capaces de modificar la visión de las cosas en tiempo récord. Además, se nos pide sintetizar al máximo los datos en lo que muchos editores de contenido llaman “pildorazos que sean fáciles de digerir”, porque el grueso de la audiencia no parece perdonar que se sea excesivamente analista o sesudo, o que se opte por informar más que por comunicar/opinar. Por esta razón, el periodista de hoy en día, obligado a navegar en distintas mareas, hay veces que se deja llevar por la corriente.

 

Ha ocurrido, por ejemplo, con el “caso catalán” que muchos lectores, oyentes o telespectadores se han quejado de “vivir un día de la marmota” que no parece tener fin y han preferido desconectarse.

 

Y como no podemos permitirnos el lujo de perder audiencia, los medios de comunicación han tenido que ajustar sus contenidos, reenganchando a sus seguidores con titulares anzuelo del tipo: “Messi tendría una clausula de salida del FC Barcelona en caso de independencia catalana”, “Las mujeres que se han casado con el independentismo catalán” o “Las ´seis perlas´ de la carta independentista de Pamela Anderson”.

 

Supongo que muchos periodistas saben que este tipo de noticias son irrelevantes, pero al final resultan ser las más comentadas o leídas, y han ayudado a mantener “el procés” en el candelero o a ese medio de comunicación en el “trending topic” del día.

 

El menú informativo por lo tanto no siempre está a la altura de los paladares más exigentes. Se ofrece mucha “chatarra informativa”, que igual que es producida en tiempo “exprés” es consumida con avidez. Cada lector o telespectador encuentra su método de valorar qué es esencial y en qué orden, y hace tiempo que ese feed-back nos dice que el reto de los periodistas es ofrecerles información ligera, pero bien hecha, capaz de sobrevivir por sí misma a la voracidad de la inmediatez.

 

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