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Un ridículo evitable

Francisco Pomares

 

No está previsto que el Ministerio de Sanidad valore y autorice en los próximos días nuevas medidas de 'desescalada', más allá de la muy accidentada decisión de dejar salir a los niños a las calles y plazas cercanas a sus casas a respirar un poco de aire. La reunión de la Interterritorial de Sanidad -el organismo en el que las Autonomías y el Ministerio coordinan sus actuaciones- supuso ayer un jarro de agua helada para el plan de desconfinamiento presentado por el presidente Torres, que se esperaba poner en práctica a partir del día 27 de abril, según las informaciones avanzadas por los medios el jueves. En su comparecencia ante la prensa, acompañado del portavoz del Comité Científico del Gobierno regional, Lluìs Serra, Torres matizó la fecha filtrada el día antes como arranque del desconfinamiento y advirtió que la propuesta canaria comenzaría a aplicarse el día que fuera aprobada por Madrid su primera fase, dejando claro que eso no tenía por qué ocurrir "el 27 de abril, como se ha dicho". La indefinición de Torres sobre la fecha de inicio ya auguraba mal destino al plan elucubrado por un comité canario de 14 expertos, y desató desde la misma mañana de ayer la duda: ¿había planteado el Gobierno regional y anunciado en rueda de prensa su propuesta sin negociarla antes con el Ministerio? Es obvio que así fue: dos millones de ciudadanos encerrados en las islas fueron informados el jueves en sus televisiones, ordenadores y dispositivos de todos los aspectos y medidas de su puesta en libertad después de mes y medio de detención domiciliaria, confirmados además por el presidente en la rueda de prensa de la mañana de ayer, sin que previamente se hubiera tratado el asunto con Sanidad.

 

Vivimos en una sociedad donde las filtraciones a los medios son inevitables, y además el scoop de Tiempo de Canarias, adelantando los pormenores de la 'desescalada' en las islas, no es necesariamente responsabilidad de Torres ni de su Ejecutivo. Pero Torres tenía desde el jueves convocada una comparecencia ante la prensa -que ayer se celebró- para informar de los pormenores del plan. Y se ha provocado un daño innecesario: centenares de miles de personas han creído que las medidas anunciadas se pondrían inmediatamente en práctica, las han escuchado enumeradas y comentadas una a una en las cadenas de televisión y en los medios radiados y escritos, y resulta que no es así, que nada de lo que se ha anunciado está previsto que ocurra en el corto plazo. En fin, uno debe ser el último dinosaurio en ejercicio, por creer que el sentido común y la cautela deben prevalecer sobre los cálculos de rentabilidad política: las medidas de seguridad sanitaria no se pueden someter a debate público previo a su adopción, no se anuncian sin tener la certeza de que se van a implantar. Esto es como repetir el fiasco de las salidas de los niños, en clave local.

 

Nos quedamos pues con las ganas: el Gobierno de Sánchez -a no ser que mañana se nos diga lo contrario, que todo podría ocurrir en esta colectánea del despiporre- no tiene previsto negociar con las Autonomías como llevar a cabo la 'desescalada'. Todo se centralizará y decidirá en el Ministerio de Sanidad (después del éxito logrado con la centralización de las compras, alivia mucho saberlo), y aquí se hará lo que diga Madrid y punto. No voy a decir que eso me parezca mal. Pero sí me parece una monumental torpeza que el Gobierno de Canarias se ha precipitado creando expectativas y haya contribuido a confundir a la gente. Torres se acaba de comer un ridículo completamente evitable.

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