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Atrévete a soñar: los países favoritos para Eurovisión 2019



El 18 de mayo tendrá lugar la gran final del LXIV Festival de la Canción de Eurovisión en el Centro de Convenciones de Tel Aviv. Israel es el responsable de la organización como consecuencia del triunfo de Netta Barzilai con la canción Toy en la edición anterior. El país ya sabe lo que significa ser el responsable de un evento eurovisivo, ya que también organizaron el festival en 1979 y 1999 (ambas en Jerusalén). Se ha confirmado que la modelo Bar Refaeli, el presentador y comentarista del certamen Erez Tal, el conductor de Gran Hermano y The Next Star Assi Azar y la poeta, presentadora y locutora de radio Lucy Ayoub serán los encargados de ejercer las labores de presentar el certamen.

 

Este año, el eslogan “Dare to dream” (Atrévete a soñar) presidirá la edición, un lema que se completa con un emblema formado por dos triángulos de oro y uno de neón. Los tres triángulos simbolizan la diversidad, la unidad y la inclusión, y representa el espíritu de unión entre los futuros astros de la canción que se darán cita en el pabellón 2 del Centro de Convenciones.

 

Representantes de 42 países se subirán a un escenario para que se juzguen su interpretación y la composición elegida por cada participante. Aunque todavía se desconocen todas las canciones e intérpretes candidatos, el baile de apuestas ya ha empezado. La propuesta rusa encabeza las principales listas de favoritos en Oddschecker, seguida de cerca por Suecia e Italia. En el caso del representante ruso, la cadena de televisión RTR anunció recientemente que el elegido será Sergey Lazarev. Sergey volverá a representar a su país tras alcanzar un tercer puesto en 2016 con You’re the only one, y con la intención de repetir el único triunfo obtenido por Rusia en el festival; sucedió con Believe en 2008, tema interpretado por Dima Bilan. La canción que presentará en Tel Aviv para hacerse con el micrófono de cristal, eso sí, sigue siendo una incógnita.

 

 

En el caso sueco todavía hay más incertidumbre. El 2 de febrero comenzó el Melodifestivalen, un espectáculo organizado por la cadena pública SVT en el que se decide al candidato por Suecia. Esta competición cuenta con un formato de semifinales y la gran gala final. Durante sus seis semanas de duración recorrerá las ciudades de Gotemburgo, Leksand, Malmö, Lidköping, Nyköping y Estocolmo, para concluir en el Friends Arena, la tradicional sede de la final absoluta. Los clasificados los decide la audiencia (dos por semifinal, a los que se suman otros dos para la repesca). En la final, al criterio del público se suma un panel europeo para escoger al representante de Suecia.

 

 

El candidato italiano para esta edición será Mahmood, el ganador de la última edición de otra cita clásica de la canción popular europea como es el Festival de San Remo. En este caso sí sabemos cuál será el tema a representar en Israel: Mahmood cantará Soldi (dinero) en italiano, pero el tema incluye también algunas frases en árabe, hecho que encaja con el alegato a la multiculturalidad de la propuesta italiana (recordamos que Mahmood es de origen egipcio).

 

 

Para llegar hasta aquí, Mahmood tuvo que superar cinco galas de música en vivo, imponiéndose a otros 23 contrincantes. En la votación final, el jurado le apoyó mayoritariamente, con cerca de un 68% de los votos, pero no obtuvo tan buen resultado entre la audiencia del Festival de San Remo, que solo le respaldo en un 14,1%. Por detrás de Mahmood quedaron Il Volo (3º) y Ultimo (2º).

 

En España ya sabemos que Miki interpretará La venda en Tel Aviv, pero los pronósticos para el español no son muy halagüeños y para encontrarlo tenemos que descender por debajo de la 20ª posición. Estos ominosos augurios contrastan con el gran éxito de seguimiento que actualmente tiene el festival en nuestro país: la final de Eurovisión 2018 fue seguida por cerca de 7.200.000 espectadores, un 43,5 % de cuota de pantalla, con un pico de 8.111.000 durante las votaciones que coronaron a Netta como ganadora, y que dejaban atrás el espíritu intimista de aquel ruiseñor luso que sorprendió a media Europa el año anterior para volver a premiar una canción más festiva y ligera.



 

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