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Beni Ferrer: “Tomo la música de raíz y la fusiono con mi propia vida”

 

La cantante asegura haber echado de menos durante la pandemia la relación directa con el público, una conexión que “genera una energía que Internet no da”

 

  • Lancelot Digital
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    -Beni, ¿Cómo has vivido esta pandemia?

    -Con paciencia, adaptándome con tranquilidad a lo que acontece. Tengo integrado que nada es para siempre, estar abierto al cambio constante de la vida nos hace fuertes. La pandemia nos ha puesto a prueba, ha sacado lo mejor de nosotros, pero también nuestras vergüenzas.

     

    -Estos últimos meses, casi un año y medio, han sido especialmente duros para la cultura insular, ¿crees que se han hecho bien las cosas? ¿Se podrían haber hecho mejor?

    -Han sido meses inestables en todos los sentidos. Había un gran desconocimiento sobre la Covid19, ni siquiera sabíamos cómo se contagiaba. La ignorancia da miedo. Han sido momentos duros para la cultura, pero no puedo juzgar lo que se hizo. Ante la duda se optó por no hacer. Llegué a pensar que los que gobiernan confundían la cultura con la fiesta y eso es un terrible error. Seguro que me equivoqué. Lo que importa es el aquí y ahora, y parece que estamos mejorando, pero conozco muchísimos músicos que aún lo están pasando muy mal.

     

     

    -En tu caso, ¿Qué has hecho en los meses más complicados?

    -Durante el confinamiento di algún concierto por internet, colaboré en la grabación de temas y vídeos desde casa. Pasado el confinamiento tuve la suerte de dar el primer concierto en Lanzarote con público que a su vez fue retransmitido por redes sociales. Después de la experiencia de volver a cantar con público empecé a rechazar invitaciones para actuar por streaming. Lo más importante de un concierto es la relación directa con el público. Se crea una energía maravillosa que internet no da. Al fin y al cabo, canto para compartir y recibir. Me di cuenta de que faltaba la presencia del público.

     

    -Son muchos los sectores que han señalado a la cultura como una vía de escape fundamental en esta etapa tan crítica… ¿crees que hubiera sido peor si no hubiéramos podido echar mano de la música, el cine… el arte, en definitiva?

    -No entiendo la expresión “la cultura como vía de escape”. La cultura es esencial. El arte es parte del ser humano, nadie en este mundo se sentirá pleno sin arte. Es nuestra espiritualidad, nuestra creatividad. La capacidad de transformar en belleza nuestras penas. Sin duda no es una vía de escape. Sin arte podremos sobrevivir, con arte vivimos.  Si en esta Isla tuviéramos integrados este concepto, dar un concierto no sería algo extraordinario porque habría música en las calles. Tenemos rincones maravillosos para compartir arte en cualquier época del año. Lanzarote es una Isla llena de artistas, todos somos artistas, pero hay lugares que te empujan a perder el miedo a expresarte y Lanzarote es uno de ellos. Claro que fue fundamental la cultura durante el encerramiento en nuestros habitáculos, los artistas se dedicaron a compartir lo que saben hacer como muestra de amor hacia todas las personas.

     

    -Como artista, siempre has estado muy apegada a tus raíces, pero también crees en la fusión, ¿cuál es la clave de tu estilo?

    -Me resulta difícil definir mi estilo. Solo puedo decir que mi inspiración es mi isla: su belleza, su viento, su gente, sus penas, su falta de agua, su llanto, su grito, sus miserias y alegrías. Por eso tomo la música de raíz y la fusiono con mi propia vida. Lanzarote en sí misma es una fusión de nacionalidades.

     

    -¿Has participado en el musical ‘Desolvido’? ¿Cuál era tu papel?

    -Realmente tenía medio papel compartido con la cantante Elvia Plata. Interpretábamos Libe y Lula, dos hermanas libélulas, no existiría una sin la otra. El musical ‘Desolvido’ fue magníficamente escrito por Iván Curbelo y un reto del CIEM y la Consejería de Cultura del Cabildo que apostó por un supermusical en una época muy difícil como para tomar decisiones de ese tipo. Me pareció un acto de valentía y por eso acepté a la primera llamada. Tenemos que caminar con los valientes. Tiene un guión que nos hace pensar y a la vez nos llena de alegría. Las libélulas representábamos la parte mágica, la creatividad, el arte que los humanos habían abandonado y olvidado por quedarse solo en el terreno físico. Vivían en un mundo gris que solo la música podía salvar. Como ves, no hay ningún parecido con la realidad.

     

     

    -¿Te encuentras cómoda trabajando en este tipo de obras colectiva, o estás más en tu salsa cuando cantas sola?

    -Un musical es un continuo aprendizaje en el que confluyen varias disciplinas como interpretación, danza, canto, música en vivo, escenografía, diseño, maquillaje, peluquería, luces, sonidos, audiovisual, etc. Los participantes venimos de diferentes sitios, a veces ni nos conocemos, pero ahí estamos trabajando duro durante meses para sacar adelante el mismo proyecto porque a todos nos une un amor muy grande por la música. En los musicales aprendo y me marco retos, como por ejemplo cantar en inglés, nunca lo había hecho antes pero el guión lo exigía. Es como la sociedad en la que cada uno representa un personaje.

     

    En mis conciertos como solista el mensaje es más personal. Lo que hago es más intuitivo, incluso más primitivo. Cada vez experimento más con las voces y con la percusión tradicional. Es como si quisiera abrazar el centro de la Tierra y a la vez fundirme con el cielo. Es como cuando llegas a casa y te quitas los zapatos. Los dos me encantan.

     

     

     

     

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