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Félix Hormiga, la literatura como terapia de vida

 

El escritor, que acaba de publicar el libro de relatos ‘La Vieja a veces bebía’, asegura que escribe por necesidad, para contarse todo aquello que aún no se ha contado

 

  • Lancelot Digital
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    Entre teatro, ensayo, poesía y novela, son muchos los libros escritos por Félix Hormiga, a los que se suma ahora uno de relatos, ‘La Vieja a veces bebía’. A Félix, como se suele decir, las musas siempre lo encuentran trabajando o dispuesto a hacerlo porque para él, que ya ha dicho en más de una ocasión que escribe porque necesita contarse cosas, la literatura es una necesidad, como escritor y como el ávido lector que reconoce ser.

    Hormiga regresa en esta ocasión al relato, un género que ha renacido en nuestros días, “especialmente el microcuento, el haiku y los aforismos”, y que, “en mi opinión es un género con mucha fuerza y nada sencillo”, asegura.

    ‘La vieja a veces bebía’ recopila una serie de relatos que beben, en ocasiones, de la propia realidad, de los recuerdos de la niñez del autor, de su capacidad de observación y hasta de los sueños que ha tenido. “Uno de los relatos, ‘El Pañuelo Azul’, está basado en un cuadro del artista canario Antonio Padrón que se titula ‘La lluvia’ y en el que una señora tiene un pañuelo azul. Este relato es el único realizado por encargo del Museo Antonio Padrón de Gáldar y otro, que ya estaba publicado, ‘El Joven Romero’”, explica. “El resto de los relatos son nuevos y muchos de ellos están relacionados entre sí. Los que no son hermanos son primos hermanos, algunos personajes que se repiten y otros tienen algo en común”. “Algunos, como el que da título al libro, son relatos nodriza que tienen que ver con los siguientes”, explica.

     

     

    Historias cargadas de tristeza y realidad

     

     

    Los relatos de Hormiga, aunque basados en la realidad, destilan ironía, sarcasmo y un peculiar sentido del humor. “Recurro mucho a las reiteraciones en mis historias y, suele ser, porque quiero que el lector se fije en algún detalle que me interese”, y explica. “Yo soy un escritor al que encuentra una especie de boca muerta. A veces creo que me convierto en una especie de médium literario al que atrapan los relatos que quieren ser contados y que proceden, claro está, de la memoria, del recuerdo de todos aquellos que ya no están. Alguien dijo de mi literatura que escribo mentiras que parecen verdades y verdades que parecen mentiras, y creo que es cierto”.

    El libro, del que se han publicado un millar de ejemplares, se ha distribuido por toda Canarias. “Este es un libro cargado de tristeza, de pena y de rabia y proceden del propio recuerdo”, afirma. “Yo tengo ya unos cuantos años y he visto muchas cosas, muchas historias tristes en esta isla. Arrecife ha cambiado muy poco, pero yo conocí a gente que estuvo embarcada, haciendo trabajos de costa, desde los siete años… niños que nunca fueron niños. Las familias que embarcaban a un hijo, tenían una boca menos que alimentar en casa y, por tanto, menos problemas económicos. Son historias que se han quedado ahí, y que vuelven cuando tú tienes hijos de siete años y te das cuenta de lo que supone… son historias que hay que contar”, afirma.

     

     

    Ironía y humor

     

     

    A pesar de la tristeza de parte de su literatura, Hormiga reconoce tener una vis cómica muy grande que se descubre en muchas de sus historias. “La literatura, en ocasiones, es terapéutica, sirve para sacar hacia fuera muchos sentimientos o impresiones, a veces muy tristes y, en ocasiones, hasta divertidos”, explica. “Hay que escribirlos, sacarlos afuera, aunque sea para dejarlos en una gaveta”.

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