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Así está nuestro sector vitivinícola

Los viticultores, pero sobre todo los bodegueros de Lanzarote, ya están cansados. Cansados de que los políticos no hagan más que marear la perdiz, jugando con un sector que ha costado muchos años de esfuerzo, trabajo e ilusión sacar adelante. Así no se puede seguir y tienen razón. Llevaban esperando más de 10 años, desde finales de los 90 hasta el 2010 cuando se aprobó, para que se sacara el Plan Especial de La Geria, un documento que les diera seguridad jurídica y que, de primeras, ya nació cojo al no recoger las necesidades de crecimiento de las bodegas. Y la modificación puntual de dicho Plan que permitiría dar seguridad empresarial para ir creciendo y mejorando la rentabilidad del agricultor, principal actor del mantenimiento del paisaje que se quiere proteger, no se termina de aprobar por cuestiones partidistas, para que no se permita al que gobierna “anotarse un tanto”.

 

Posiblemente el bodeguero ha empezado a perder el miedo a decir la verdad. Un temor justificado hasta cierto punto porque todos, unos más que otros, están en una situación jurídica en precario y nadie querría ser señalado por posibles reprimendas. Pero la paciencia tiene un límite y nos da que se ha acabado. La ira invade el campo que no ve resuelto sus problemas y por el contrario comprueban que la normativa no sale, y la que sale sólo pone trabas al desarrollo de este sector. Y deben saber los políticos que Lanzarote está atenta a quienes, mezclando sus intereses espurios y ensuciando el debate agrícola, tratan de que las bodegas sigan con el miedo en el cuerpo, sin poder crecer y poder desarrollarse adecuadamente.

 

Si todo se hace bien, si no se siguen poniendo trabas al campo, en diez años Lanzarote podría casi duplicar su producción actual: actualmente en cerca de dos millones y medio, de media en los últimos 10 años. Producir y embotellar más sería un bonito reto, y alcanzable según los expertos. Eso no sólo mejoraría el negocio vitivinícola de los 1.800 agricultores registrados en la Denominación de Origen de Lanzarote y de las bodegas, sino que se conseguiría el efecto positivo de mantener un paisaje como el de La Geria y otras zonas del campo lanzaroteño. Si no hay rentabilidad, si no hay bodegas a las que se les permita elaborar el vino, ocurrirá como en los años 80 que poco a poco se abandonarán las parras y con ello desaparecerá el paisaje.

 

Para que eso fuera así, para que el círculo virtuoso continúe, sólo hace falta que el cinismo de los partidos políticos desaparezca. Que se deje evolucionar el sector vitivinícola sin las trabas que hoy impiden que los bodegueros tengan la ilusión y las fuerzas para seguir creciendo en beneficio de todos. El vino se ha convertido en un negocio, por fin. Hay varias bodegas que están ganando dinero y reinvirtiéndolo para mejorar sus infraestructuras, ser más competitivos e internacionalizar nuestros caldos. Hace apenas 10 años el 25% del vino de Lanzarote se vendía fuera de Lanzarote, mientras que hoy casi un 50% se vende fuera (siendo el principal mercado el resto de Islas Canarias, pero destacando que un 10% sale fuera de Canarias). Contamos con la bodega de Canarias que más exporta a Alemania y con otra bodega que más exporta a Estados Unidos. Todo es cuestión de creérselo. Es cuestión de trabajo. Lo más difícil ya se ha hecho: un vino diferente y con una elevada calidad. Ahora sólo falta que reine el sentido común en lugar de la estupidez.

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