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Carreteras con colesterol

 

 

 

En Lanzarote  los grandes retos, por desgracia, siempre han acabado ocupando un segundo plano y su solución  siempre se ha dejado para más adelante. A veces por cuestiones políticas, en otros casos, por pura indolencia y, por último, por cuestiones de forma, por el qué dirán. Siempre para más adelante o para el siguiente grupo político al que le tocara estar en el poder.  Esta desidia nos ha llevado a la situación actual: vivimos en una isla en la que la población se ha triplicado gracias a la riqueza generada por el turismo, pero en la que las infraestructuras no han crecido a la par y, en muchos casos, se encuentran claramente obsoletas. Tenemos un enorme parque móvil que circula, en ocasiones, incómodamente por unas carreteras de hace veinte años.

 

Llegados a este punto, resulta fundamental que los grandes partidos políticos, los que gobiernan o tienen posibilidades de hacerlo, Psoe, PP y CC, decidan y se pongan de acuerdo en cómo solucionar estos retos. Que lo hagan con luz y taquígrafo.  Que decidan cómo adaptar a las necesidades actuales de Lanzarote las infraestructuras existentes, sobre todo en el caso de las ya mencionadas carreteras, que son las auténticas arterias que recorren la isla y no pueden encontrarse, como se encuentran, en un estado tan depauperado. Carreteras con colesterol, con grandes peligros y atascos.

 

Y para llegar a acuerdos, el paso número uno es aprobar el Plan Insular para evitar que sea la eterna excusa a la hora de avanzar. Es preciso resolver el problema de comunicación que existe entre Playa Blanca y Arrecife, el famoso Eje Regional de Carreteras, el desdoblamiento o soterramiento de la carretera de Mácher, los accesos a Playa Honda y al Hospital General de Lanzarote, entre otras muchas cuestiones.

 

De momento, hemos escuchado un discurso esperanzador por parte de la nueva presidenta del Cabildo de Lanzarote. Las palabras de Dolores Corujo suenan bien. Ahora hace falta ver si sólo es música o realmente el Cabildo de Lanzarote “mete mano” al problema.  Lanzarote, y sus habitantes no pueden esperar más.

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