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El gran reto del turismo sostenible

 

El sector turístico insular, tras un largo periodo de estabilidad y tres años de bonanza económica, se vuelve a enfrentar a la realidad, que viene de la mano de la normalización en la llegada de turistas que, aunque sigue siendo buena, no llega a los elevadísimos niveles de años anteriores. Es ahora cuando toca poner las cartas sobre la mesa y averiguar si se han hecho bien los deberes, si en los tiempos de bonanza económica se ha invertido en mejorar y modernizar las instalaciones. Lanzarote se enfrenta ahora al desafío de seguir siendo rentable económicamente sin tener que recurrir para ello al excesivo incremento del número de camas.

 

El camino a seguir está claro, hay que apostar por mejorar la calidad de los hoteles existentes y arriesgarse, como ya se ha comenzado a hacer, para poner en marcha nuevas propuestas como los hoteles boutique, hoteles especializados en eventos deportivos, gastronómicos o de cualquier otra índole. Calidad, una vez más, por encima de cantidad. La apuesta del Hotel Fariones pasando de cuatro a cinco estrellas-lujo es el ejemplo a seguir. Además están los planes de modernización de la isla, constantes en los últimos años, que tienen como objetivo rehabilitar ciertos hoteles de calidad pero que con el paso del tiempo se han ido quedando obsoletos. Hablamos de hoteles como La isla y el Mar, el mencionado Hotel Fariones, el Hotel Be Live Lanzarote Resort de Costa Teguise o el H10 Rubicón Palace. Ellos lo han tenido claro, hay que mejorar las instalaciones para atraer a un turista de alta calidad, exigente y que no se conforme con lo que le ofrecen otros destinos menos cuidados.

 

Otras opciones son el turismo de cruceros, que deja mucho dinero y no ocupa territorio, y el turismo de congresos, un segmento en el que el turista gasta mucho. De hecho, este turismo, a pesar de que supone tan sólo un 0’2 por ciento del total de turistas que visitan anualmente las Islas, deja muchos más ingresos ya que el gasto por viajero es sensiblemente superior al turista vacacional. Es hora, por tanto, de evaluar, de examinar lo que se ha hecho y de preparar nuestras mejores armas para enfrentarnos al mercado que nos viene sin perder ni un ápice del atractivo y la calidad que debe caracterizar a una isla como Lanzarote.

 

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