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Presión insoportable

 

  • Lancelot Digital
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    Ocho pateras en un día. Ocho. Más de 400 personas llegaron en el exiguo periodo de 24 horas a la isla de Lanzarote este lunes, desbordando las infraestructuras existentes y obligando a los responsables de su acogida a tomar decisiones prácticamente sobre la marcha para poder acogerlos. No es la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que desde la isla se alza la voz pidiendo ayuda, implicación… Y, mientras tanto, el Gobierno de España y su presidente, Pedro Sánchez, más preocupado en conseguir que nadie le mueva de la silla que de otra cosa, y el resto de Europa, miran para otro lado.

     

    Los lanzaroteños comienzan a temer el buen tiempo de septiembre y octubre ya que saben que cuando se para el viento y hace ‘bueno’ en la isla, regresa la avalancha de pateras. Las muertes dramáticas, la angustia de no saber cómo ayudar a estas personas que se juegan la vida en la Ruta Atlántica de la Inmigración, ante la escasez de infraestructuras y servicios… Lanzarote no puede ser la respuesta a un problema que nos supera y traspasa. Es evidente que la solución debe venir de arriba, pero los que están en lo más alto de la pirámide de mando no parecen estar interesados en lo que nos está pasando. Y es grave, muy grave.

     

    Lanzarote se está convirtiendo en una olla a presión que difícilmente puede soportar esta tensión. El presidente de Canarias, Fernando Clavijo, ha elevado la voz para reprochar al Gobierno de España el que "nadie" haya contactado con su ejecutivo ante la "presión" migratoria que están sufriendo las islas después de que esté ocurriendo lo que "exactamente" habían dicho y es que con la "llegada de las calmas, pues se va a producir un incremento notable" de pateras. ¿Cuál ha sido la respuesta? De momento un enorme silencio administrativo. No hay respuesta.

     

    Y aquí estamos mirando al horizonte y temiéndonos que mañana o pasado mañana se repita la hazaña y lleguen otras ocho, o porqué no, once o doce pateras. Preocupados por tener dónde meter a toda esta pobre gente, improvisando casetas en el muelle, afrontando que el CATE está colapsado y angustiados por saber cómo solucionar un drama que no parece tener fin.

     

    Los inmigrantes no se quedan todos en las islas, se derivan a Gran Canaria y a Tenerife, pero la esperada solidaridad del resto de las comunidades autónomas tampoco acaba de llegar. Somos la puerta de entrada y parece que quieren que seamos también el muro de contención.

     

    A nadie se le esconde que la solución debe estar en origen y que se debe abordar de forma consensuada, pero este tema es demasiado complejo para que den el primer paso. No les interesa. Entre tanto, Lanzarote se asfixia y ya no sabemos cómo pedir ayuda.

     

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