Una isla segura para residentes y turistas
La rápida detención del presunto autor, junto a dos posibles cómplices, del violento atraco a una joyería de Arrecife, en el que desgraciadamente dos personas resultaron heridas por arma de fuego hace unos días, es algo más que una buena noticia, por varias razones que no debemos dejar pasar por alto.
Todos podemos recordar cómo Lanzarote sufrió en la época de los 90 una oleada de robos, algunos de ellos también de gran dureza, donde incluso se llegaba a amordazar al dependiente y encerrarlo para cometer el delito, lo que sumió a la isla en un clima de indeseable inseguridad durante algún tiempo. Pero el reciente asalto a la joyería ha supuesto un punto de inflexión, y hay un antes y un después: se trata de la primera vez en la historia de Lanzarote que se produce un atraco utilizando un arma de fuego, con disparos y con heridos de bala, lo que ha creado una sensación de sobresalto y una gran conmoción entre la población de nuestra isla, tradicionalmente tranquila y no acostumbrada a estas formas de delincuencia.
A ello hay que añadirle las noticias, que van apareciendo en las últimas semanas como un goteo incesante, de pequeños robos o hurtos en las playas y algunos tirones en la vía pública, produciéndose un clima incómodo de inseguridad que hay que cortar y prevenir de inmediato. Con la seguridad ocurre lo mismo que con la salud: uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde. Y aunque probablemente es posible que haya más alarmismo social, que un brote real de inseguridad, tanto las autoridades como los efectivos policiales, nacionales y locales, no deben menospreciar lo que está ocurriendo y deben prevenir y arbitrar cuantas medidas sean necesarias desde ya, actuando sin la más mínima condescendencia.
Por un lado, la rápida detención del presunto delincuente del asalto a la joyería alivia la sensación de inseguridad al estar el caco a buen recaudo, y demuestra la profesionalidad de nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. Pero lo más importante es que muestra cuál debe ser la forma de proceder: es necesario actuar de forma diligente, rápida y certera, de la misma manera que es conveniente extirpar un cáncer en sus fases iniciales, pues de lo que se trata es de impedir que actos de este tipo puedan quedar impunes o sin resolver, ya que la misma impunidad sirve de atracción para las conductas delictivas. Y por otro lado, las autoridades deben ser conscientes de la urgente necesidad de incrementar la presencia policial en las playas, calles y espacios públicos de nuestra isla, tanto de la policía local, como del resto de cuerpos de la seguridad del Estado.
Los robos con extrema violencia (en este caso además con dos personas que podrían haber perdido la vida) no forman parte de nuestra historia, nos son completamente ajenos. Bien al contrario: si por algo se caracteriza Lanzarote desde siempre es por ser una isla pacífica y segura (basta recordar que mientras en otros muchos lugares de la Península se veían obligados a echar el cerrojo en sitios hasta entonces tranquilos, aquí todavía permanecían las puertas de muchas casas de nuestros pueblos abiertas, y de eso no hace tanto tiempo). La seguridad no sólo es uno de los cimientos en los que se fundamenta la calidad de vida de quienes vivimos en Lanzarote, sino que además es precisamente una de las principales fortalezas de nuestra industria turística. Quien nos visita lo hace porque en Lanzarote se siente tranquilo: por un lado disfruta de seguridad ciudadana y por otro dispone de un sistema sanitario al que puede acudir si cae enfermo. Son dos grandes ventajas de las que carecen otros lugares que son nuestros competidores turísticos. Y aunque la sensación de seguridad no es una condición suficiente para tener calidad de vida o disfrutar de las vacaciones, sí es una condición necesaria, sin la cual lo que sí está garantizado es que la experiencia no va a ser buena. No hay que dar la más mínima oportunidad para que Lanzarote deje de ser la isla tranquila y amable que siempre ha sido.
