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Violencia de género e igualdad

 

 

 

 

  • Lancelot Digital
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    Una arrecifeña sube a la azotea de una casa ajena con un cuchillo de grandes dimensiones, agrede a su expareja y le produce heridas graves. También amenaza a la madre de la víctima. Eso se produjo en la noche del 31 de Agosto en la Calle José Ortega y Gasset de la capital lanzaroteña. La Policía Nacional se encuentra a la mujer en la calle alterada y con sangre de su exnovio en la ropa. Tras las averiguaciones e investigaciones correspondientes detiene a la mujer y envía las diligencias policiales a los juzgados bajo los presuntos delitos de violencia doméstica, allanamiento de morada y homicidio en grado de tentativa. El juez decreta la libertad de la señora de 46 años con medidas cautelares que eviten que se puede acercar a las víctimas. Posiblemente el Juez tras analizar pormenorizadamente los hechos entendió que esa mujer no supone peligro alguno para su expareja y que, con algunas medidas preventivas, sería suficiente como para evitar enviarla a prisión de manera preventiva. Creemos que el juez ha actuado, sin duda, bajo el respaldo de la Ley.

     

    Esta noticia ha creado cierto revuelo en las redes sociales. Y no es para menos. Si en este mismo suceso la víctima hubiera sido una mujer a nadie le extrañaría que el agresor hubiera ido directamente a prisión sin más chácharas. Y es lo que parecería lógico. Si un hombre va a un domicilio ajeno con un cuchillo de grandes dimensiones, intenta matar a una mujer e insulta a su exsuegra, nadie en sus cabales lo dejaría libre con unas medidas cautelares de alejamiento. A lo mejor es lo que se merecería, a criterio del juez, pero la presión feminista y social es tan exagerada que el trato desigual en la justicia en contra del hombre es evidente.

     

    Este tipo de casos son los que luego algunos machistas aprovechan para justificar tratos vejatorios a las mujeres. De ahí, que este medio siempre haya defendido la igualdad ante la ley de todo el mundo, hombres y mujeres, pobres y ricos. Lo contrario es una injusticia. Si hoy un hombre hubiera agredido a una mujer con un cuchillo en una casa ajena y no fuera enviado de patitas a la cárcel, las asociaciones feministas y de defensa a la mujer estarían en la calle gritando y defendiendo los derechos feministas. Y nos parece bien. En cambio, este señor agredido y herido de gravedad no tiene a nadie que le llore.

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