PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Llevo un año en Erte

 

Cuatro vecinos de Lanzarote cuentan en primera persona cómo han vivido este año en el que la pandemia del covid los ha dejado sin poder trabajar

 

  • Lancelot Digital
  •  

    Más de 40.000 personas empezaban el mes de abril sin trabajo. De ellas, 19.872 estaban en paro y 21.340 personas en Erte. Estas cifras desoladoras dejan en evidencia una dramática realidad:  más de la mitad de la población activa de la isla no está trabajando debido a la crisis generada por la pandemia del coronavirus que cumple ahora un año de vida, tiempo en el que ha golpeado duramente a la economía insular.

     

    El Gobierno de Sánchez puso en marcha una medida tan excepcional como la propia pandemia: los Ertes, instrumento que ha servido para sostener a las empresas, o al menos a parte de ellas, y evitando que esas 21.340 personas que están en Erte fueran directas a las listas del paro.

     

    Pero, ¿Cómo han vivido estas personas todos estos meses? Alberto, Miguel, Yvette y Cecilia son algunos de estos afectados y ellos cuentan su propia versión de este año de pandemia.

     

     

    Alberto: “En estas situaciones te das cuenta de la gente que importa”

     

    Alberto Fernández es uno de los más de 21.000 lanzaroteños que está en Erte, en su caso, desde hace ya más de un año y sin que le hayan sacado ni una sola vez del mismo. “Los primeros meses, después de 18 años trabajando en la recepción del Hotel Beatriz de Costa Teguise,  me los tomé casi como un descanso. Nadie pensaba que fuera a durar mucho tiempo, así no venía mal, aunque el problema es que estábamos confinados y tampoco se podía hacer mucho más que leer y ver series en plataformas y pasar tiempo con mi hija que era la única persona con la que me podía relacionar al principio”, explica.

     

    Cuando ya se vio que la cosa iba para largo, Alberto fue buscando otras opciones como cocinar, mucho más que habitualmente, y, sobre todo, hacer deporte. “Al principio sin salir de casa, en la azotea y cuando nos dejaron salir, pues fuera también”, señala. “Cuando ya vi que esto iba para largo empecé a buscar cursos para formarme, siempre cosas relacionadas con mi trabajo y otras posibles salidas profesionales por si al turismo le cuesta arrancar, cursos de idiomas, marketing, oposiciones… no he parado. En este sentido, creo que este ha sido un tiempo precioso para poder formarnos y yo lo he aprovechado también”.

     

    Alberto ha pasado este año muy cerca de su familia y sus amigos, eso sí, guardando las distancias y las medidas de protección. “En esta pandemia nos hemos dado cuenta de quienes están ahí y quienes no están”, señala. “Es curioso porque ahora tengo más relación con mis amigos que antes de la pandemia”.

     

    No es positivo en lo que se refiere a la evolución del covid. “Yo creo que ha venido para quedarse y va a costar mucho dar con la tecla correcta para doblegar este virus, para conseguir que se convierta en una simple gripe”, afirma. “La pandemia sube y baja constantemente, detrás de una ola, viene otra y la población depende por completo de las cifras y no nos permite hacer ningún tipo de plan a medio plazo”.

     

    Para Alberto la única salida, al menos convencida, es la vacunación. “Es cierto que cada día nos dicen una cosa nueva, que si trombos, que si no son seguras, pero tampoco tenemos otra opción, la verdad es que la incertidumbre es enorme”, señala. “En cualquier caso, yo también trabajo en El Cribo y, por este motivo, ya me han puesto la primera dosis de la AstraZéneca, lo que no sé es que va a ocurrir ahora, si me van a poner la segunda o no me la van a poner”.

     

    Precisamente su labor en El Cribo le ha ayudado mucho en esta etapa. “A partir de mayo, volví a colaborar en el programa de radio La Ovejita Negra de El cribo y el preparar un programa semanal de radio me ha tenido muy entretenido, algo muy importante en este tiempo”.

     

    Cree que las ayudas han sido una buena medida y que han sido claves para que la situación no fuera aún más dramática. “Desde luego, no estamos como antes, pero yo no me puedo quejar, eso sí, espero que pronto mi empresa pueda contratarme de nuevo y, sobre todo, espero que los hoteles y el resto de las empresas puedan volver a abrir de nuevo”, señala.

     

     

    Miguel: “No apruebo la gestión política realizada”

     

    Otro caso es el de Miguel Arbelo, trabajador del sector de la restauración. Miguel trabaja en el Rooftop del Centro Comercio Biosfera Lanzarote de Puerto del Carmen y, de un día para otro, se encontró confinado en su casa y dependiendo de un Erte. Han sido unos meses muy duros y no lo oculta,  pero, en su caso, critica especialmente la gestión política. “El confinamiento fue una época muy difícil, es cierto, pero en realidad creo que la gestión política de después fue, con diferencia, lo peor. Espero que alguien aclare las medidas que se tomaron y se siguen tomando y, a cuento de qué, se cierran unos negocios y no otros, mientras se limita la movilidad entre provincias, pero se permite la entrada a extranjeros que vienen a usar servicios que están cerrados precisamente para evitar aglomeraciones”, señala.

     

    En cuanto a lo que pensó en un primer momento, es sincero. “Creo que casi todos pensamos que eran unas vacaciones pagadas de 15 días. Yo lo he llevado más o menos gracias al deporte, pero también he hecho cosas que nunca podía hacer por falta de tiempo, como leer más”.

     

    No se muestra muy partidario de que las ayudas sean una solución real.  “Mientras haya “ayudas” para paliar los efectos del COVID habrá pandemia”, señala. “Creo que dar limosna para sobrevivir no es una manera de fomentar el bienestar. Llevamos desde el franquismo peleando por cosas básicas que además están en la constitución. Soy de izquierdas como el que más pero el Gobierno debe salvar a empresas que generan empleos y supervisar que no haya un abuso de poder. Lo demás es demagogia barata porque un obrero es un voto”.

     

    En cuanto a la vacunación cree que es “una forma de hacernos entrar por el aro, pero está convencido de que la solución llegará cuando el nuevo orden mundial lo decida o cuando la masa adormilada tome el control, pero, con esto segundo, no cuento demasiado”.

     

     

    Yvette: “Las huertas colectivas me han ayudado mucho” 

     

    Yvette trabajaba en un comercio de Playa Blanca cuando llegó la pandemia y, como a tantas otras personas, la mandaron a un Erte. “Llevo en Erte desde el 14 de marzo de 2020, aunque salí parcialmente del mismo en verano justo hasta septiembre  y volví de nuevo, aunque se hicieron un lío y durante un tiempo no me pagaban”, explica. “En enero volví a trabajar parcialmente  y, por si fuera poco, ahora estoy de baja por enfermedad”.

     

    Yvette comenzó el confinamiento “de buen rollo. La verdad es que me lo tomé como un descanso bien merecido y no me afectó mucho porque siempre tengo muchas cosas que hacer en casa, pero lo cierto es que pensé que sería cosa de un par de semanas… como mucho un mes, cuando vi que la cosa se alargaba decidí apuntarme a una huerta colectiva que reunía todo lo que necesitaba”, cuenta. “Aire libre, comida y ejercicio físico. Me habría gustado estudiar, pero todo se había vía internet y como no tengo wifi en casa, pues no pude”.

     

    En relación a la economía “como cobro a ratos y casi tengo que mendigar mi salario estoy un poco enojada”, señala. “Yo no creo que esto pueda durar mucho más, de hecho, nunca pensé que pudieran pagar a todos los que están pagando durante tanto tiempo. Algo tendrá que pasar y dudo que favorezca a los más necesitados”.

     

    En cuanto a la vacunación, Yvette cree que el covid es como una gripe, en el sentido de que “creo que nos tendremos que vacunar cada año, ya que el virus muta y se adapta y vacunarnos no significa que no lo vayamos a coger, sino que será menos grave probablemente”, explica. “La vacunación no la tengo muy clara, la verdad, pero es obvio que el covid se ha convertido en un negocio y eso no me gusta. La verdad es que esta situación ha llevado a muchas familias a las últimas y nos presentan la vacuna como la única opción posible”.

     

     

    Ceci: “La clave para mí ha sido aprovechar el tiempo” 

     

    Cecilia Fernández es la jefa de actividades de un conocido hotel de Lanzarote. Esta es la segunda vez que está en Erte. La primera fue motivada por el confinamiento, la segunda por necesidad del propio establecimiento, ya que no había turismo y el hotel tuvo que cerrar. “En esta segunda ocasión, me mandaron al Erte a mediados de enero y la verdad es que la situación la llevo bastante bien porque, afortunadamente, mi marido tiene trabajo y yo recibo esta ayuda del estado bastante acorde a mi sueldo”, explica.

     

    En el caso de Cecilia, tenía muy claro desde el primero momento que el tiempo es oro y ésta, una oportunidad única de aprovecharlo. Y no ha parado. “Hice reformas en casa porque, cuando todo se normalice, no tendré tiempo para poder hacerlas; he hecho diversos cursos de formación y lo llevo muy bien. Además, estamos pensando en ideas nuevas para cuando abra de nuevo el hotel. En ningún momento pierdo la perspectiva de futuro y trato de ser muy positiva”.

     

    El deporte y la familia son otras de sus bazas. “Hago basta ejercicio y trato de pasar mucho tiempo con la familia y en casa, algo que habitualmente, no puedo hacer por las características de mi trabajo”, asegura. “El pasar tiempo con los tuyos es algo que se echa mucho de menos cuando se tienen que pasar fuera tantas horas, sobre todo en hostelería, con horarios partidos y cambios de turnos”.

     

    Cecilia, por su trabajo, vive pendiente de la evolución de la pandemia. “Estamos atentos, sobre todo, a Reino Unido, ya que el turismo inglés es nuestro principal cliente”, señala. “Yo espero que podamos abrir a finales de mayo o en junio, si todo va bien, pero aún no hay nada oficial. Creo que la vacunación es la clave para parchear esta situación y esperamos que también se gestione, según las previsiones, el pasaporte europeo de vacunación. Estoy segura de que cuando la gente se pueda mover con cierta normalidad, el turismo comenzará a reanimarse”.

     

    Sin embargo, esa esperanza no le pone una venda en los ojos. “Tengo serias incertidumbres de cara al futuro económico de la isla. Se ve venir una tremenda crisis, pero espero que todo vaya mejor de lo que nos parece ahora”, señala. “En cualquier caso, creo que es preciso prolongar los Ertes porque esa recuperación no va a ser tan rápida. La gente tiene que comer. Si no se pueden alargar para todo el mundo por motivos económicos, al menos habría que prolongarlos en los casos más vulnerables, como aquellos en que los dos miembros de la pareja están en Erte y tengan hijos menores de edad. Hay que reactivar la economía y la gente tiene que comer, y aguantar hasta que todo mejore”.

    Comentarios (20)