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Los Diabletes despiden a su amigo 'Colás'

Se colgaron las esquilas y la careta en el emotivo entierro de este vecino de La Villa./Vea el vídeo de una de sus actuaciones (interior)

 

  • Lancelot Digital
  • Diabletes en la 2 de TVE
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    Los Diabletes despidieron este viernes a su amigo 'Colás' Nicolás Rodríguez en un emotivo entierro en donde se colgaron las esquilas y la careta para decir el último adiós a este vecino de La Villa y apreciado componente de esta agrupación centenaria que falleció este jueves a los 57 años.

     

     

    Antes, Patricio Morales, cuñado del fallecido y miembro de Los Diabletes, subía al Facebook un vídeo de una actuación de Colás en un reportaje de la 2 de TVE en Canarias que reproducimos en esta misma información.

     

     

    A Colás le encantaban los aviones y Los Diabletes y por ello, a pesar de sus dificultades, siempre que podía se vestía de Diablete y acompañaba a sus compañeros en alguna que otra actuación.

     

     

    El entierro transcurrió al son de los sonidos de los cencerros por el centro del caso histórico de Teguise hasta llegar al cementerio donde descansa para siempre Colás.

     

    Diabletes

     

    Los Diabletes de Teguise son una de las tradiciones más antiguas de Canarias. Su origen hay que buscarlo en sus danzas competitivas, de rituales y festivas de los antiguos mahos. (Danzas cuya musicalidad reflejaba un claro paralelismo con las danzas berberiscas.

     

     

    Según explica el cronista oficial de Teguise, Francisco Hernández Delgado, los danzantes mahos mantenían algunas tradiciones antiguas cuyos valores principales se conservan aún en pueblos de la cercana África. Los lanzaroteños, celebraban la recolección de las cosechas, fiesta en que la danza era la principal manifestación. El macho cabrío era el símbolo de la virilidad y la fuerza para los mahos.

     

     

    Cabe destacar que los originarios pasos de los Diablos de la antigua capital de la isla, Teguise, tienen que ver, siglos atrás, con la celebración religiosa de la festividad del Corpus, así como las caretas de buey-toro se transformaron a medida que se fueron dando los viajes de ida y vuelta de la emigración conejera a América.

     

    Posteriormente, sufrieron una traslación de fecha hacia el carnaval y transformaron parte de su vestuario: las pieles de cabra que los cubrían inicialmente se tornaron en trajes de lona pintada con rombos. La careta ya no es un macho cabrío, sino un toro con sus cuernos y su lengua.

     

    Aún así, conservan la raíz, no solo en sus complementos (esquilas, cencerros, zurrones…), sino por el espíritu catártico que implica asustar, transgredir, hacer correr a los niños por las esquinas empedradas de La Villa. En resumen, simbolizan el sentido primigenio, festivo y esencial del antiguo carnaval.

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